Son un matrimonio e integran una asociación de coleccionistas por la cual participan de todo tipo charlas y exposiciones que tengan que ver con lo mineral. Sus inicios en el hobbie.
 
Llevan varios años de casados, cuatro hijos y complementan su vida matrimonial con su pasión por los minerales. Natalia Ljubtschitsch y Orlando Opizzi, sanjuanina ella y porteño él, participan de cuanto seminario, charlas o congresos vinculados a los minerales haya en el país y en la medida que sus tiempos lo permitan. Ergo, no podían no participar del “XI Congreso de Mineralogía y Metalogenia” realizado en San Juan y despuntar el vicio.
Ambos integran el GeMiPa, asociación de Geología, Mineralogía y Paleontología, que reúne a interesados por los minerales, rocas, fósiles, volcanes, cavernas y dinosaurios.
El interés de la pareja, los minerales, inició hace 28 años atrás en unas vacaciones familiares en Mar del Plata. “Fuimos a la plaza Rivadavia y allí había una exposición organizada por Horacio Casia, el fundador del grupo que ya falleció, nos interesamos y cuando volvimos a Buenos Aires los contactamos y es así como seguimos vinculados hasta el día de hoy”, recordó Natalia. Para Orlando, por su parte, su nexo con lo mineral tiene que ver con sus tiempos de estudiante de Geología, carrera que no culminó pero siguió ligado a través de sus compañeros, muchos de ellos hoy investigadores del CONICET, y que además le brindó los conocimientos técnicos necesarios para la recolección de ejemplares. “Siempre tuve afinidad con los minerales, oportunamente participé del Club Argentino del Reino Mineral que dio origen a lo que hoy es GEMIPA, y es así que siempre estoy tratando de encontrar algo nuevo”, contó Orlando.
Seguir la huella de los minerales los llevó a conocer distintas provincias del país. Chubut, Neuquén. La Rioja, San Juan, Córdoba, Entre Ríos y Misiones están en el repertorio de los sitios visitados. Todo comienza con la búsqueda de bibliografía específica, mientras más antigua mejor porque es la más completa dijeron, y a partir de allí la selección de un mineral propio de una determinada provincia. En uno de sus últimos viajes, en la zona de Ingeniero Jacobacci en Río Negro, obtuvieron maravillosos ejemplares de Xenolitos que “son núcleos que ascienden desde el manto y tienen olivino en su interior”, explicó Orlando quien agregó “esto es lo que nos apasiona, estar en un lugar inhóspito con paisaje imponente y encontrar allí una roca cuyo interior nos sorprende con cristales de colores fantásticos”.
El plus que encuentran en la actividad es el de poder conocer la gente del lugar. Así han hecho muchos amigos, algunos de ellos como la familia Lucio, quienes por su amor a los minerales terminaron fundando el “Museo de Piedras Patagónicas”, en el circuito de Mallín Ahogado, zona de El Bolsón, en Río Negro. “Con esta familia a veces hacemos campañas en conjunto y los ejemplares que recolectamos luego los donamos al museo, es muy gratificante”, dijo Natalia.
A futuro, el lugar a conocer por parte de estos coleccionistas es Antofagasta de la Sierra, en Catamarca, sitio en el que esperan recolectar buenos ejemplares de cubos de halita en los salares.