El 21 de noviembre, la vida de Matías Paredes (15) y Leandro Zevallos (10) cambió rotundamente. Es que mientras jugaban en el fondo de una bodega en San Isidro, departamento San Martín, sufrieron grandes y graves quemaduras con un ácido que se encontraba entre los residuos de esta empresa (ver aparte). Después de mucho tiempo internados los niños fueron dados de alta, pero deben permanecer encerrados en sus casas por el intenso calor. ‘Se les hacen ampollas por la alta temperatura y tenemos que cuidarlos mucho de que no se expongan al Sol‘, dijo Clara Vicentela, la mamá del chico más grande, que ya recibió dos injertos de piel en sus piernas y que es el que pasó los momentos más complicados tras el accidente.
Encerrados en su casa, Leandro con aire acondicionado y Matías con un ventilador viejo de su abuela, contaron que están felices porque comenzaron el nuevo año en compañía de su familia y entre sus cosas, sin embargo dijeron que aún sufren mucho por las quemaduras. Es que todavía no pueden hacer las mismas actividades que hacían antes. ‘Me duele un poco cuando me hacen las curaciones‘, dijo con un poco de timidez Leandro y contó que se aburre un poco por estar encerrado, pero que sus amigos del barrio lo visitan todos los días. Este chico fue el que cayó primero entre los residuos de la bodega, que según los estudios de Ambiente estaban a más de 200 grados centígrados.
Según los padres de ambos chicos, el alta la recibieron luego de que pudieron estabilizarles la salud. Es que durante varias semanas los niños tuvieron altos picos de fiebre y se temía por posibles infecciones en sus miembros inferiores, que fueron las partes más afectadas tras el accidente.
Matías fue el chico que sufrió quemaduras más graves. ‘Se cree que por el peso se hundió más en ese pozo que se hizo en la tierra‘, dijo Clara y contó que a su hijo le sacaron piel del muslo derecho para hacerle pequeños ‘parches‘ en el frente y posterior de cada pantorrilla. ‘Ahora tenemos que esperar que esa piel se regenere para que pueda cubrir toda la superficie dañada. No sabemos cuánto tiempo va a seguir así‘, agregó la mujer y contó que deben ir a curaciones dos veces por semana. ‘Es muy duro. Hoy me hicieron la primera curación tras los injertos y me dolió muchísimo. Es que tenía las vendas muy pegadas a la piel. Es horrible, ya no quiero que me toquen más mis piernas‘, dijo Matías, que está en silla de ruedas porque le duelen las piernas cuando camina mucho. Por su parte, Leandro contó que él sólo tiene vendas en una pierna y que sus brazos ya se recuperaron, aunque la piel sigue manchada.