Ingeniera Química y Doctora en Biología, su nexo con la industria minera se profundiza desde la biotecnología.
 

Contó que en el laboratorio no piensa en el reloj y que en una oportunidad mientras trabajaba en el sector privado sus compañeras le dejaron un banner en la computadora con la leyenda: “¿Hasta qué hora pensás estar hoy?”. Cuando lo leyó eran las 4 de la madrugada. Ella es Nora Paños, la mujer que dice perder la noción del tiempo cuando está en un laboratorio. Ingeniera Química de profesión y Doctora en Biología egresada en la UBA, su nexo con la industria minera se profundiza con aportes que tienen que ver con la biotecnología y la biorremediación. De hecho cuando presentó su trabajo final para el doctorado, en 1991, se centró en el desarrollo genético de “Thiobacillus ferrooxidans”, la bacteria típica de la biolixiviación, es decir, del proceso natural de disolución ejecutado por bacterias que tienen la habilidad de oxidar metales sulfurados, permitiendo la liberación de los valores metálicos.
En ese momento la biolixiviación aparecía como un tema atractivo por diferentes razones, porque es un proceso limpio, de bajo costo de energía, se lleva a cabo a temperatura ambiente y es un proceso que se produce en la naturaleza. “En el mundo el 10 % de la producción mundial se hace por biolixiviación, pero no ha alcanzado una producción masiva por los tiempos utilizados, es muy lento. En ese momento se había asumido que la bacteria tenía intrínsecamente una lenta capacidad de multiplicación y que algunos metales que se van liberando en el sistema la intoxican, entonces yo orienté mi tema de tesis a buscar transformarla genéticamente, aportando genes que le dieran resistencia”, explicó.
El tema que hoy está tan en boga y en ese momento era novedad, fue el puntapié para que comenzara a interesarse en un campo al que ella misma denomina Biodeshidrometalurgia, una línea que centra su estudio en bacterias xerofílicas, es decir, amantes de lo seco.
En 1994 comenzó a trabajar en el Instituto de Investigaciones Mineras (lugar en el que se sigue desempeñando en la actualidad), más trabajos en el sector privado y la especialización en cursos que tuviesen que ver con la biogeotecnología. En el proceso también crió a sus dos hijos, a quienes de alguna forma, con su vida también los definió. “En uno de mis viajes le pregunté a mi hijo quien era chiquito, qué quería de regalo, y me dijo: Un coscopio (por microscopio) mamá. Recientemente mi hija, que es médica y ha terminado su residencia en Psiquiatría, me propuso que en algún momento hiciéramos juntas algún trabajo vinculado a la biología; así que creo, terminaron influenciados”, contó Nora.
Si hay algo que caracteriza a esta profesional es su necesidad de innovar en forma permanente, porque desde su visión la ciencia siempre tiene que llegar a la gente y para lograrlo, hay que hacer nuevos aportes. “Para investigar hay que leer mucho, no quedarse pegado a la existente para poder hacer un aporte nuevo. Si uno va a estudiar algo para estar en coincidencia con lo que ya hay, ¿para qué investiga?. Investigar no es obtener el certificadito y nada más, tiene que estar al servicio de los demás”, concluyó.
Actualmente Nora continúa estudiando e investigando. Sigue perdiendo el horizonte del tiempo entre frasquitos, muestras y análisis. Sigue en el laboratorio. El lugar en el que según ella, se ve terminando sus días.