Al cumplirse veinte años de la invasión a Panamá, el general retirado Manuel Antonio Noriega continúa en una cárcel de EEUU a la espera de que se produzca el milagro de regresar libre a su país. Pero son pocas las posibilidades de que vuelva a Panamá ante el pedido de Francia, donde un tribunal de París lo juzgó y condenó en ausencia en 1999 a diez años de prisión por el lavado de unos 3,15 millones de dólares a través de bancos franceses.

Noriega, de 74 años, permanece en una cárcel de Miami (Florida) mientras finaliza su proceso de apelación a un dictamen que despejó el camino de su extradición.

El ex hombre fuerte de Panamá (1983-1989) libra su última batalla legal en el Tribunal Supremo de EEUU, instancia a la que recurrió en julio de este año.

“Nos encontramos en este momento ante la Corte Suprema de Justicia esperando que se pronuncie en torno a si él puede regresar a Panamá o si tendrá que ir a Francia”, dijo el abogado de Noriega, Frank Rubino, en una reciente entrevista.

La defensa arguyó ante el máximo tribunal que Noriega es un prisionero de guerra y, según la Convención de Ginebra, EEUU tiene que enviarlo a Panamá al concluir su sentencia.

En EEUU, Noriega fue condenado en 1992 a 40 años de prisión por tráfico de drogas, pena que fue rebajada a 20 años por buena conducta, de los que cumplió 17 en septiembre del 2007. Noriega, quien fue un colaborador de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), fue traído a Miami el 4 de enero de 1990, tras haberse entregado a tropas de Estados Unidos que rodeaban la Nunciatura Apostólica en Panamá en la que se había refugiado días después de la invasión.

Cuando llegó se declaró un “preso político” que había sido “trasladado ilegalmente a EEUU”.