Con un traje colorido y plumas, la chuña hizo su entrada en escena y no hubo necesidad de que los locutores la presentaran para que la gente la comenzara a aplaudir. Su presentación duró menos de 30 segundos, aunque nunca abandonó el escenario para permanecer siempre al lado de su amo. Este animal era la mascota preferida e inseparable del Gran Maestro de América. A las 23 horas, puntualmente, comenzó el espectáculo. Uno que, nuevamente como en el 2010, se llevó la ovación de los presentes por su majestuosidad. Esto sucedió durante el musical que cerró la Fiesta Nacional del Sol 2011, en el Autódromo El Zonda-Eduardo Copello.

Con música tenebrosa de fondo, artistas vestidos de negro y un coro cantando en vivo "Las ideas no se matan", comenzó la escena que resaltó la lucha que mantuvo el prócer para defender su ideología y de la tensión generada en ese cuadro se pasó a la ternura. Donde se pudo ver a Sarmiento de niño, disfrutando del cariño de su madre, doña Paula.

Diez minutos más tarde, el público protagonizó una nueva emoción. Esta vez, la tristeza al ver cómo el Maestro tuvo que abandonar su tierra natal y cruzar la Cordillera de Los Andes para salvar su vida. Siempre bajo la mirada atenta de la chuña, asentada sobre el escritorio del prócer, al costado del escenario. Escena que algunos aplaudieron de pie.

Del entusiasmo la gente pasó a la impotencia: La figura de Facundo Quiroga sobre el escenario fue la encargada de generarla. Con enérgico zapateo pareció provocar a su archienemigo Sarmiento. Sensación que también la vivió el público que aplaudió con menos ímpetu al artista que representó al caudillo.

A partir de ahí comenzó una nueva etapa en el espectáculo. Esta vez para hablar de los viajes por el mundo que realizó el Gran Maestro.

Mujeres con amplias capelinas y abanicos de plumas rojas, y caballeros luciendo elegantes galeras negras, bastaron para escenificar la estadía de Sarmiento en París. Unos cuantos artistas vestidos de arlequín y haciendo malabares al son de una tarantela, hicieron alusión a su viaje a Italia. Las dos escenas siguientes también fueron acerca de los viajes que, a pesar de la majestuosidad del vestuario y de la puesta en escena, aburrió un poco al público. Pero el entusiasmo no tardó en volver nuevamente a los espectadores que, otra vez aplaudieron de pie. Esta vez al Sarmiento presidente de los argentinos.

Cientos de artistas con guardapolvos blancos salieron en escena. Y la gente no dudó en pararse para acompañarlos a cantar el Himno a Sarmiento, versión sanjuanina, con las banderas argentinas en alto.

Después de ese momento emotivo, le tocó el turno al romanticismo. Con un Sarmiento bastante mayor, cantando junto a su joven y eterno amor, Aurelia Vélez. Pero esta escena que enterneció a los espectadores, no tuvo tanto impacto como la siguiente: Lentamente, en medio del escenario y mediante la elevación de una rampa, comenzó a aparecer la higuera. Justo en el mismo lugar que, un día antes de que comenzara la Fiesta Nacional del Sol, se hundió la estructura, hiriendo a 21 de los cientos de artistas que estaban ensayando en ese momento. Y que puso en duda la realización de esta escena durante el espectáculo final.

Bajo la higuera ocurrió la despedida. Con un Domingo Faustino Sarmiento que miró a lo lejos, como visualizando un nuevo camino, mientras que un coro cantaba el himno en su honor. Esta vez, el que se canta en el resto del país.

Llegó el turno de los fuegos artificiales que, durante 8 minutos, iluminaron el cielo en honor al prócer.