�Desde la iglesia latina de Betania, el Papa instó ayer a la comunidad internacional a que ‘no deje sola a Jordania‘ ante la emergencia humanitaria por la acogida de ciento de miles de refugiados de los conflictos en Medio Oriente y atribuyó a fabricantes y traficantes de armas la continuidad de la guerra en Siria.
El pontífice reiteró su llamado a la paz en Siria ‘lacerada por una lucha fratricida que dura ya tres años, obligando a millones de personas a convertirse en refugiados y a exiliarse en otros países‘. ‘Que nadie se empeñe en que las armas solucionen los problemas y todos vuelvan a la senda de las negociaciones. La solución, de hecho, sólo puede venir del diálogo y de la moderación, de la compasión por quien sufre‘, sostuvo. Francisco dejó de lado el texto que tenía preparado para criticar a ‘los violentos y a los que fabrican y venden armas‘, a quienes instó a ‘convertirse‘. Declaró que las raíces del mal se hallan en el odio y la codicia y atacó a aquellos que se lucran con la guerra a través de la fabricación y el comercio de armas.
