Por los trabajos en las cloacas que están haciendo en calle San Luis, en pleno centro, la vereda quedó demasiado angosta. De un lado, están las máquinas retroexcavadoras, los martillos neumáticos, mezcladoras, palas mecánicas, caños apilados, los baños químicos, las casillas y los trabajadores con sus chalecos naranja flúo, azadones, mazas y palas; del otro, están los comercios y las casas de los que viven por San Luis entre General Acha y Entre Ríos. Y, en medio, un pasillo empolvado por el que transitan cientos de personas a diario sorteando escombros, basura y hasta motos y bicicletas. Y todos, trabajadores, vecinos, comerciantes y peatones, deben soportar el desagradable olor a cloacas, que va y viene en oleadas; el ruido de las máquinas pesadas, que hacen temblar el suelo durante todo el día sin descanso; y los frecuentes actos delictivos, que han ido creciendo por esa zona desde que comenzaron las obras cloacales en noviembre del año pasado.
Con su carro con ruedas, un repartidor de gaseosas intentaba desde hacía 10 minutos avanzar una cuadra entre la gente para llegar a los quioscos y dejar los cajones llenos. "Es que el camión no puede estacionar por acá", explicó cansado. El cruce de Mendoza y San Luis es el único que está cortado (el resto de los cruces donde aún están trabajando están habilitados) y es el más caótico. Los autos se estacionan en el medio de calle Mendoza entre Libertador y San Luis, los motoristas andan por las veredas, la basura está acumulada en las esquinas y suenan alarmas de autos y casas por todos lados, ya que se activan con el estruendo de las máquinas que trabajan en la obra.
"Esto ya es insoportable. La mugre es permanente aunque esté siempre limpiando y pongo sahumerios y espirales para los mosquitos para sentir menos el olor a cloaca", dijo la dueña de un comercio. A unos metros de su negocio, una mutual había sido asaltada hacía un par de horas. Era la segunda vez en dos meses, dijeron otros comerciantes, que aseguraron que las mediasombras que cercan la obra están sirviendo de escondite para los delincuentes, quienes, desde que está la obra, están desvalijando los comercios y arrebatando las carteras de los clientes y transeúntes.

