El pasado 14 de agosto, Andrea Prado volvía a su casa del barrio Edilco, en Rawson, luego de comprar pan, cuando se topó con un cuadro que le ‘estrujó el alma‘: en una de las veredas de avenida Rioja había un bebé recién nacido, totalmente al descubierto sobre un toallón azul, con el cordón umbilical cortado y anudado, con restos de sangre seca entre sus piernas, pero con vida. Un transeúnte que pasaba por el lugar avisó a la Policía, y el pequeño fue trasladado al Hospital de Niños donde confirmaron que ese varón, que había nacido dos horas antes del hallazgo, estaba bien de salud, pesaba 3,250 kilos y tenía una talla de 41 centímetros.

Como de costumbre, las enfermeras del sector de Neonatología del Hospital Rawson, se encargaron de elegir un nombre para el bebé que abandonaron en Trinidad y que conmovió hasta al gobernador. Lo bautizaron ‘Felipe‘ quien, al otro día de su abandono, fue visitado por José Luis Gioja. El primer mandatario y el ministro de Desarrollo Humano, Daniel Molina, destacaron la actitud de la madre de abandonarlo en un lugar donde podía ser encontrado rápidamente.

En septiembre, Felipe, por decisión judicial y porque la madre biológica nunca se hizo presente, pasó a convivir con una familia transitoria y a estar en condiciones de ser adoptado por alguna pareja que se encuentra en lista de espera, tal como lo confirmó el entonces director de Niñez, Adolescencia y Familia, Jorge Toro.

‘El pequeño va a estar bajo el cuidado de una familia guardadora y es probable que en un mes más se declare la pérdida de patria potestad y pueda ser adoptado por alguna pareja que se encuentra el lista de espera", comentó. Según explicó el funcionario, la pérdida de estos derechos responde a que ningún familiar del menor se presentó a reclamarlo. "Cuando la madre expresa que no puede cuidar al bebé la pérdida de la patria potestad es automática, pero en estos casos de abandono hay que esperar por si se arrepiente y vuelve a buscar a su hijo", aseguró Toro.

La madre biológica de Felipe nunca apareció.