Bajo los dos mandatos de Lula (que asumió su primera gestión en enero de 2003), Brasil experimentó un crecimiento sólido. Sus reservas de divisas pasaron de 38.000 millones de dólares en 2002 a 240.000 millones de dólares para fines de 2009, la inflación fue controlada, 20 millones de personas salieron de la pobreza y casi 40 millones ascendieron a la clase media. El desempleo en Brasil cayó a una proporción récord durante sus mandatos y la divisa duplicó con creces su cotización frente al dólar. Brasil organizará la Copa Mundial de Fútbol en 2014 y las Olimpiadas en 2016, las primeras que tendrán lugar en América del Sur. Cuando se retiró Lula de la Presidencia, su popularidad era cercana al 90 por ciento. Defensor del mundo en desarrollo, el ex presidente ha sido uno de los pilares de la creación de un nuevo estilo de gobernanza internacional que da mayor protagonismo a las grandes economías emergentes, jugando un importante papel en la formación del grupo que asocia a Brasil con las economías de Rusia, India, China y Sudáfrica. El ex presidente Lula dejó el gobierno como una poderosa figura política que consiguió que la mitad de los 190 millones de brasileños integren la clase media, según datos oficiales.
