Desde que se declaró la pandemia por el coronavirus, el desempleo y la precariedad laboral empezó a agigantarse al mismo ritmo que la actividad económica comenzó a caer. Pero hay poblaciones rurales que se resisten a bajar los brazos en la adversidad y armaron estrategias para poder llevar dinero a sus casas de la manera que mejor lo saben: trabajando. Los protagonistas de esta historia alentadora, cuando mañana se conmemora el Día del Trabajo, viven en la localidad de Boca de Tigre, en el distrito San Isidro, en San Martín. Allí un novedoso proyecto reunió a vecinos que disponían de un pedazo de tierra, que sumaron a familias desempleadas y armaron un grupo de 30. Con la ayuda del municipio y del INTA están dando vida a una red de 12 chacras hortícolas creadas en 3 hectáreas. Hace dos semanas han plantado verduras de invierno -habas, arvejas, acelgas, espinacas, lechugas, repollo, rabanitos y hasta ajos y cebolla- y en tres meses empezaran a cosechar una producción sin agroquímicos que permitirá el autoconsumo de cada familia y la venta de la verdura en el departamento, bajo la modalidad de "comercio justo", garantizando precios económicos a la clientela. El programa se llama "San Martín Agroecológico" y el intendente Cristian Andino, que le dio el envión al primer grupo rural, quiere extenderlo para la temporada primavera-verano a los distritos de Dos Acequias y La Puntilla, y así alcanzar 50 unidades productivas y 150 familias. Para entonces, el tomate será el cultivo principal, y Andino ya decidió que va a destinar fondos para armar 3 o 4 salas de envasado para darle valor agregado a la producción. La idea es apaciguar el desempleo y atender la "gran necesidad y demanda social que se avecina por la crisis económica del coronavirus", dijo. ""Creo que lo mejor es desarrollar programas productivos para poder atender a los desocupados", agregó. El proyecto comprende a 12 familias de la zona, que tenían en sus casas fondos de 300 a 500 metros cuadrados, uno al lado de otro, sin medianeras y con derecho a riego por canales. El requisito fue incorporar 2 o 3 familias más que estuvieran desempleadas, al plan de hacer una chacra. La municipalidad prestó el tractor que le entregó en 2019 el Ministerio de Producción y destinó $106.000 para pagar el servicio de horas de tractoristas y combustible, kits de herramientas para el laboreo de tierra, comprar semillas, plantines y abonos orgánicos; y ayudar en el sistema de riego por goteo. En paralelo, una Ingeniera Agrónoma del INTA, Natalia Silva, junto a Lidia Furlani, psicóloga, están enseñando a los participantes las técnicas de organización grupal, plantación y cuidado, que incluyen la elaboración de abonos caseros para reactivar el suelo sin necesidad de recurrir a los agroquímicos que cotizan en dólares. Ambas profesionales se han echado el proyecto al hombro porque además de ser oriundas del departamento, tras largos recorridos por el mundo están convencidas que la agricultura familiar es la salida laboral posible, más ahora en medio de las limitaciones que trajo la pandemia. ""Dentro de tres meses ya van a estar comiendo su propia verdura", contó Silva, quien destacó que la producción agroecológica, bajo el modelo de trabajo digno, son paradigmas muy valorizados en el mundo actual y por lo tanto pueden proporcionar una entrada segura.

Furlani, que además vive en la zona, también está "enamorada" del proyecto. ""Queremos combinar la organización grupal porque somos vecinos de toda la vida y tenemos historias familiares que han hecho la agricultura de forma muy precarizada", contó. Furlani destacó que están poniendo todas las pilas para que el proyecto no falle. ""Por eso son espacios pequeños, a la gente de campo siempre le vienen a vender propuestas enlatadas de emprendimientos para ganar mucho dinero que luego no funcionan", agregó.
 

  • Abonos caseros

En esta cuarentena obligatoria, las familias que están dentro del programa no tienen tiempo de aburrirse. Ante el encarecimiento de agroquímicos, fabrican sus propios abonos fermentados. Guardando la distancia permitida, cada día se juntan y reúnen los restos de vegetales disponibles en casa, y les agregan levaduras comunes, o azúcar. En 15 días está listo y se le va agregando a la tierra como abono.