La consigna fue dejar el miedo de lado y disfrutar del contacto con la naturaleza. Pese al temor, los chicos ciegos la acataron sin protestar porque sabían que era el puntapié para lograr el objetivo: combatir al encierro al que muchas veces ellos mismos se confinan por no poder ver. Ayer, 30 alumnos de la Escuela Braille participaron de un día de picnic en el Palmar del Lago, organizado por el municipio de Capital en el marco del Día del Bastón Blanco que se conmemoró el 15 de octubre.

Lo que parecía una simple caminata se transformó en todo un desafío para ellos. Acostumbrados a caminar con el bastón por veredas o calles pavimentadas, esta vez tuvieron que hacerlo por un camino de tierra, desnivelado, con piedras sueltas y largos sectores descampados sin ningún elemento que tocar con el bastón para guiarse. “¿A qué punto cardinal estamos caminado?”, preguntó un profesor. “Al Norte”, dijo Germán, sin equivocarse. Explicó que sentía el Sol en la parte derecha del rostro, lo que indicaba que a esa hora de la mañana aún

el astro estaba en el Este, por donde sale. “Mentiroso, te diste cuenta porque sentiste el olor del asado”, le dijo uno de sus compañeros y el comentario sirvió para que los chicos se relajaran y comenzaran a disfrutar del paseo. “Por diferentes razones las personas no videntes tienden a aislarse y a estar en el encierro. Sólo salen de su casa a la escuela. No están acostumbrados a salir de picnic y a trasladarse por terrenos desconocidos, eso queremos enseñarles hoy”, dijo Laura Díaz, de las escuelas de Iniciación Deportiva, con actividad física adaptada, de Capital.

El paseo también incluyó una descripción del lugar. Un guía les contó a los chicos que cerca de donde caminaban estaba el lago pero que no podían ir allá porque era peligroso por la falta de agua. Todos pasaron por debajo de los aspersores con los que se estaba regando el césped.

Tras media hora de caminata, llegaron las actividades más divertidas que también incluyeron un aprendizaje. Sólo con la ayuda del bastón, escuchando las indicaciones de los profesores y sin la asistencia de un guía tuvieron que recorrer un camino con desniveles y llegar hasta la cancha de césped para jugar al fútbol. Ariel intentó avanzar, pero perdió el equilibrio y se desvió de la dirección correcta. “Levantá la cabeza y apuntá los pies hacia el frente que eso te va a ayudar a mantener el equilibrio y la dirección”, le dijo uno de los profesores. El consejo bastó para que pudiera avanzar sin ayuda ni inconvenientes hasta el campo de juego.