Casi nadie de su entorno sabía lo que ella llevaba como una cruz. Durante 5 décadas vivió preocupada por ocultar su cuerpo, usando ropa sin escote y holgada. A su adolescencia la pasó encerrada y nunca pudo disfrutar bañándose en una pileta. Pero el enterarse de la posibilidad de realizarse gratis una operación reconstructiva de mamas la ayudó a hacerle frente a la situación. Se trata de Silvia Sánchez de Pastrán, quien tenía un hueco en la zona de la mama derecha y hoy, a poco más de un mes de haberse sometido a una intervención, se siente segura y feliz. De hecho ya sueña con poder salir de compras para conseguir las “remeritas”, como les dice ella, que siempre quiso.
Silvia es una de las 7 mujeres que se sometieron a las operaciones reconstructivas de mamas que desde hace 3 meses se realiza de modo gratuito en el Hospital Rawson (ver aparte). Y dice que lo que más impacto le genera es poder sentirse segura consigo misma por primera vez.
“Yo tenía un hueco en el lado derecho de mi pecho. Mi mamá me contaba siempre que cuando estaba embarazada de mí se golpeó la panza con un fierro y los médicos le dijeron que por eso yo nací con una malformación. No sé si es así o no, pero siempre viví el hecho de tener ese defecto como una cruz”, cuenta la mujer de 50 años, que vive en Albardón. Y agrega que “lo más difícil fue pasar la adolescencia. No tengo palabras para explicar lo complicada que fue para mí. No salía de mi casa y casi no tenía amigos. A mi marido lo conocí cuando tenía 19 años, porque era amigo de mis hermanas y me costó mucho contarle lo que me pasaba. Él siempre me apoyó y me aceptó”.
A lo largo de su vida, Silvia siempre usó remeras cerradas y holgadas, para evitar que la gente se diera cuenta de lo que le pasaba. “Los veranos siempre fueron terribles, porque a pesar del calor yo me tapaba”, confiesa la mujer que es madre de 4 hijos y abuela de 5 niños. Ella se cubría tanto que ni siquiera su única hija mujer sabía qué era lo que la afectaba tanto. “Cuando me enteré de la operación le conté todo a mi hija. Y ella me dijo que siempre le había llamado la atención cómo me vestía y por qué no quería salir, pero que no se animaba a preguntarme por qué era así. Ella me ha acompañado mucho, estuvo conmigo en la operación -que le realizaron el pasado 5 de diciembre- y me está ayudando con el posoperatorio”, cuenta la mujer.
Ahora, Silvia tiene que terminar de recuperarse de la primera intervención para someterse a una segunda. Es que, como ella tenía la piel estirada por haberles dado de mamar a sus hijos, pudieron ponerle directamente la prótesis sin tener que pasar antes por la colocación de un expansor. Sin embargo, tienen que volver a intervenirla para reparar la parte superior de su pecho. “Mi mama ya está bien, pero ahora tienen que reparar el hueco que tengo entre ella y la clavícula. Van a sacarme grasa del abdomen o la cadera y la van a colocar allí. Si todo sale bien, el mes que viene podría entrar al quirófano de nuevo”, explica.
Ahora, con su nueva imagen, la mujer piensa en empezar a vivir de un modo diferente y lo primero que quiere hacer es cambiar su vestuario. “Estamos pasando por un momento complicado en mi familia, porque mi marido -quien es albañil- se accidentó y no puede ir a trabajar y yo tampoco, porque todavía me estoy recuperando. Pero cuando estemos mejor voy a ir a comprarme algunas remeritas con un poco de escote. Para mí esta operación es un cambio de vida. Estoy muy contenta”, asegura con una sonrisa.