Sin despegarse de su dueño, Cabus observa atentamente todo lo que pasa a su alrededor. Y apenas recibe una orden, se para y obedece, a la espera de recibir la ansiada pelota de goma que es su recompensa. Con el mismo grado de concentración, Cabus es un perro entrenado para encontrar gente perdida tanto en la montaña como en zonas rurales y en estructuras colapsadas. Y aunque su edad (9 años) lo pone en situación de retiro dentro de los próximos meses, todavía está operativo y con muy buenos resultados. Alerta y amigable al mismo tiempo, este Golden Retriever es uno de los cinco perros que integran K-Sar San Juan, un grupo de voluntarios que se dedican a la búsqueda y rescate de personas perdidas.
A lo largo de muchas jornadas, Cabus fue entrenado por José Ponce, su dueño y fundador del grupo, para la especialidad de búsqueda por venteo. "A diferencia del rastreo, que trabaja con el olor específico de una persona, en el venteo el animal trabaja por olor genérico. Se lo entrena para trabajar por sectores, de una manera dirigida, en la que si hay un ser vivo o una persona recientemente fallecida, el perro lo va a localizar o va a descartar el área".
Aunque cualquier perro puede ser entrenado, Cabus pertenece a una raza que se adapta perfectamente para esta especialidad y para las características geográficas y climáticas de San Juan. "Al tener temperaturas tan extremas, un perro de menor tamaño sufre mucho más el calor que otro de porte mayor. Otro condicionante es la inmadurez emocional, que puede jugar en contra del animal para esta tarea", explica Ponce.
La tarea que realizan es totalmente voluntaria. "No cobramos un peso: es más, el costo del equipo y los operativos salen de nuestros bolsillos", dice José Ponce. A pesar del carácter del servicio que prestan, la Policía no los convoca para colaborar en operativos de búsqueda. "No sabemos por qué: lo que hacemos, cuando nos enteramos de un operativo, es contactar a los familiares y ofrecerles nuestra ayuda, en forma solidaria", dice Ponce.
Junto a Cabus, han participado en la búsqueda de varias personas extraviadas en la provincia, entre ellas la del niño Sergio Agüero (en Ullum) y de un anciano extraviado en Carpintería, que apareció muerto en la zona que ellos habían indicado. "Nosotros llegamos tres días después de los grupos oficiales, replanteamos la búsqueda, fijamos pautas, hicimos un trabajo de descarte de área y al anochecer dimos con un sector donde al día siguiente la Policía encontró a la víctima que había fallecido recientemente. Eso da mucha impotencia", dice.
"¡Cabus, hable!", ordena José y éste le responde con dos sonoros ladridos. Esa es la forma en que avisa de un hallazgo, porque para eso lo entrenaron: un trabajo del que pronto podrá jubilarse, después de haber prestado servicios toda su vida.

