Los eventos clandestinos, es decir aquellas reuniones de gente que rompen con los protocolos Covid y contra los que las autoridades provinciales y sanitarias machacan a diario por el altísimo riesgo de contagio que implican, son un mal difícil de desterrar. La estadística lo demuestra: según las cifras de Flagrancia, fuero encargado de juzgar a quienes son encontrados en estas reuniones ilegales, hasta ayer fueron aprehendidas 1.001 personas desde el inicio de la pandemia en San Juan. Es decir, desde el 21 de marzo hasta ayer hubo 1 demorado por estar en eventos clandestinos por cada 6 contagiados de Covid-19 (contando los 6.304 casos acumulados hasta ayer). 

Al mismo tiempo, y a contrapelo de esa proporción general, desde que volvieron a permitir las reuniones familiares en casas particulares, la media diaria de encuentros ilegales, así como la de aprehendidos por ese mismo motivo, se redujo abismalmente con respecto a las semanas en que hubo Fase 1 y estaba prohibido reunirse en familia. En Flagrancia hacen esa misma lectura: que los encuentros con los afectos más cercanos fueron un alivio que frenó las reuniones por afuera de la ley.

Según las estadísticas más actualizadas de Flagrancia más los archivos de este diario, que incluyen el casino clandestino en el Jockey Club y el cumpleaños en una parrillada de Santa Lucía (no incluídos aún en el sistema judicial), desde el retorno a Fase 1 por el brote caucetero, y hasta el día previo a que se habilitara de nuevo las reuniones familiares, hubo 28 eventos clandestinos con 436 aprehendidos. Es decir, una media diaria de 0,96 reuniones ilegales y de 15 personas imputadas por violar el artículo 205.

Pero desde el 19 de septiembre, fecha en que el Gobierno volvió a autorizar las reuniones familiares de hasta 8 personas en un mismo domicilio particular, fueron captados 4 eventos de ese tipo con 72 demorados en comisarías, al cabo de 46 días hasta ayer mismo. En este último periodo, pues, la media diaria fue de 0,08 eventos clandestinos y de 1,6 demorados.

Ambas variantes se redujeron a apenas una décima parte (considerando el promedio por día) desde que se puede ir a visitar a la familia sin infringir la ley.

De esos 4 eventos ilegales, los últimos 3 trascendidos públicamente tuvieron bastante resonancia. Primero fue un mega asado de veinteañeros en Jáchal que provocó tanto revuelo como indignación porque para entonces aquel era el único departamento sanjuanino que aún no registraba contagios. La fiesta terminó con 7 jóvenes en los calabozos.

Luego siguió una particular reunión en la que 21 personas habían armado un casino clandestino en el Jockey Club, en Rivadavia. Todos acabaron bajo custodia policial.

Y el último de estos hechos fue la ruidosa fiesta de cumpleaños en una parrillada de Santa Lucía, en la que participaba incluso un funcionario del Ministerio de Turismo que, asediado por el escándalo, ayer mismo terminó renunciando a su cargo (ver al pie).

Sin embargo, en los números es muy fuerte el contraste con el periodo más “feroz” de fiestas o reuniones clandestinas, que se dio entre la última semana de agosto y mediados de septiembre: exactamente el lapso en que San Juan volvió a Fase 1. Es decir, mientras más había que extremar las precauciones, más gente se volcaba a estas actividades ilegales y peligrosas.

LAS  CLAVES

  1. Desde el regreso a Fase 1 quedaron prohibidas todas las reuniones sociales. Luego, el 5 de septiembre, se avanzó a Fase 3, y recién desde el 19 de ese mes hubo reuniones familiares otra vez.
  2. Las fiestas o reuniones particulares con más de 8 integrantes y sin respetar distanciamiento están prohibidas por el peligro de contagios que implican, más su poder expansivo con el virus.
  3. Hasta ahora, la hipótesis más firme que manejan en Salud Pública acerca de por qué se dio el brote en Caucete (antesala de la circulación comunitaria en San Juan) es una presunta fiesta clandestina.