Hasta 1993, cuando los habitantes de San Roque, Jáchal, empezaron a tener agua potable de red pensaron que habían logrado un gran avance pues ya no sacarían el agua del canal. Sin embargo, tras conocerse que el líquido que consumen tiene altos niveles de arsénico, que incluso puede provocar cáncer, ahora volvieron a sacar agua del río Jáchal que pasa por el canal, como lo hicieron siempre. Para colmo, el servicio de red está restringido por los problemas para transportar agua desde la villa cabecera en camiones y el pueblo volvió sufrir otro duro golpe.
‘Entre que tenemos miedo por el agua y que casi no hay, lo mejor es volver a sacar agua de canal. A uno le dicen tantas cosas que empieza a tener miedo por los hijos y los nietos. Si antes se vivió con agua del canal y nadie tenía problemas, por lo menos hasta que nos den una solución volveremos a lo mismo’, contó José Soria, vecino de San Roque.
‘Mis hijos más chicos estuvieron enfermos de la panza y nos cansamos de llevarlos a distintos médicos. Nos decían que podía ser un virus pero ahora nadie me saca de la cabeza que el problema es el agua. Les estamos comprando agua mineral y para lavar la ropa o bañarnos saco del canal, porque para colmo que el agua está mal, la que nos mandan no alcanza’, afirmó Valeria Santander.
‘Con mis hijas empezamos a acarrear agua desde el camping de Agua Negra, pero igual no estoy tranquila. La más chica siempre anduvo con problemas de la panza y ahora tengo muchas dudas y miedo’, contó Liliana Báez, mamá de Lucía y Ana.
Luego de conocerse un estudio pedido por la jachallera Angélica Quinteros que detectó niveles de arsénico superiores a lo permitido por el Código Alimentario y la OMS, la Justicia ordenó a la Municipalidad de Jáchal que envíe camiones cisterna con agua potable al pueblo. Sin embargo, el traslado es lento (son 90 minutos aproximadamente por viaje desde que carga el líquido desde la planta de OSSE) y los 10.000 litros que descarga a la cisterna de la planta que tiene la unión vecinal de San Roque, que administra el servicio, son consumidos rápidamente. Esa cisterna tiene capacidad para 60.000 litros e inyecta el agua a la red por presión, pero como no alcanza a ser llenada ya hay hasta aire en las cañerías, dificultando la normal distribución.
‘Yo vivo frente a la cisterna y apenas me sale un hilito de agua, por eso estamos juntando agua en botellas. En San Roque siempre se dijo que teníamos la mejor agua de Jáchal y de la villa (cabecera) venían a buscarla. Pero ahora tenemos miedo, especialmente por las criaturas, porque no sabemos qué estuvimos tomando durante todos estos años’, señaló Marisa Gómez, madre de Daiana y Marina y abuela de Lautaro, de sólo 2 años.