En menos de dos meses, la Parroquia de Andacollo en La Bebida, Rivadavia, se vio desbordada porque se quintuplicó la cantidad de chicos que asiste a las clases de catequesis. De 50 pasaron a 300. Según Daniel Sebastian, presbítero a cargo del templo, este crecimiento se registró el año pasado y se debe a las cientos de familias que se mudaron a esa localidad, tras la erradicación de las villas donde vivían. Dijo que necesitan un espacio dónde dictar las clases y que necesitan colaboración para construirlo.

Hasta mediados del año pasado, unos 50 chicos, de entre 9 y 11 años, asistían a esta parroquia para prepararse para hacer la Primera Comunión, pero ahora son 300. El crecimiento se dio de manera repentina en agosto del 2014 cuando casi 400 familias se mudaron a La Bebida. Fueron las 238 que vivían en el asentamiento San José, en Rawson, y las 161 del asentamiento San Expedito, en Rivadavia, dos de las villas erradicadas ese año. ’En poco tiempo los niños de estas familias llegaron a la parroquia para tomar clases de catequesis y tuvimos que salir a buscar un lugar dónde hacerlo porque el templo quedó chico. Nos prestaron la Escuela Castelli los sábados a la tarde para dar clases, pero no siempre está disponible’, dijo el sacerdote.

Sebastian agregó que la parroquia no tiene un salón extra y lo único que está en construcción es la casa parroquial y que le gustaría transformarla en un SUM. ’Mi idea es dejar un par de habitaciones para mí y refuncionalizar el resto para albergar a los chicos. Tengo arquitectos amigos que me ofrecieron su ayuda, pero necesitamos algunos materiales. Nos vendría muy bien alguna ayudita, sobre todo para contener a los chicos’, dijo el sacerdote.

Si logran contar con este espacio, además de catequesis, pondrán en marcha un gabinete con psicólogos, psicopedagogos y asistentes sociales que brindarán su servicio gratis; y un lugar para la práctica de algunos deportes y actividades recreativas. ’En La Bebida no hay un CIC, un club, una plaza ni una unión vecinal donde los chicos puedan hacer deportes, aprender a dibujar o divertirse sanamente por unas horas. El único lugar que tienen para salir es esta parroquia. Lo bueno que por todo esto, los chicos se acercan a Dios al igual que sus familias’, dijo Sebastian.