Atravesados por el dolor, el físico y el de las ausencias, seis sobrevivientes del micro accidentado en Quebrada de las Burras y algunos de sus familiares de los que fallecieron se armaron de entereza y ayer en la tarde llegaron la Universidad Católica.

Allí, los 24 estudiantes de medicina que se convirtieron en los primeros rescatistas y cuya labor fue fundamental para asistir a los heridos y evitar que la tragedia se cobrara más víctimas, estaban esperando. Entonces, en un encuentro cargado de emoción, gratitud y el recuerdo de los cuatro obreros muertos y los heridos que aún siguen internados, víctimas y alumnos se fundieron en un abrazo, luego de encontrarse cara a cara por primera vez tras el accidente.

Fue en una de las aulas de la Facultad de Medicina, en una reunión coordinada por DIARIO DE CUYO.

“Queremos felicitarlos por la valentía que demostraron. Estamos convencidos de que no son personas comunes, ustedes para nosotros son unos ángeles”, dijo Carlos Velázquez, padre de Carlitos, uno de los sobrevivientes.

Eso fue suficiente para quebrar a los chicos, que no pudieron ocultar las lágrimas, sentados en sus bancos y con las chaquetas puestas. Los sobrevivientes y familiares habían llegado a una de las aulas, nerviosos. Pero cuando entraron y empezaron a avanzar entre los bancos, los estudiantes comenzaron a aplaudir, rompiendo el hielo en el primer pico de emoción de la reunión.

Una vez que las visitas quedaron frente al pizarrón, entonces fueron los accidentados los que devolvieron los aplausos.
Emilce, hermana de Carlitos y nieta de Alfredo Cortez, otro de los fallecidos, empezó la presentación y el primero fue Raúl, generando la reacción inmediata de los chicos. Es que fue él quien paró el colectivo en medio de la ruta y pidió auxilio, ensangrentado y lleno de tierra. Ayer Raúl, con una pierna lastimada y una gran herida cicatrizando que atraviesa su cabeza, sólo atinó a levantar una mano, emocionado.

Los chicos aplaudieron luego a cada uno de los sobrevivientes y a sus familiares. Y también tras las palabras de quienes tuvieron la fortaleza para hablar sin quebrarse, en un mecanismo que pareció instintivo como para tratar descomprimir los intensos momentos.

Fueron los familiares los que pese a las lágrimas pudieron expresarse delante de esa clase. Los seis sobrevivientes del accidente, Raúl Cortez, Ramón Escudero, Marcelo Cortez, Carlitos Velázquez, Gustavo Escudero y Jorge Bazán, se mostraron visiblemente conmovidos y en silencio (sin embargo, luego reconocieron que aunque al principio creían que no iban a acordarse de las caras de los estudiantes, cuando los miraron en el aula recordaron hasta sus gestos en medio del caos de esa helada noche en que los unió la tragedia).

“Si no hubieran estado ahí, sino fuera por ustedes, hoy no habría cuatro muertos, habría muchos más”, acotó Emilce. Aunque los estudiantes varones se mostraron afectados, fueron las chicas las que no pudieron evitar llorar.

Frente a ellos, Celia, la esposa de Pascual Bazán y mamá de Jorge y Raúl, dos sobrevivientes, tampoco dejaba de sollozar. Pese a su dolor, ella era una de las más interesadas en agradecer a los estudiantes, pero aunque intentó hablar no pudo. Su hija Ivana juntó fuerzas y confesó que “en nombre de mi papá, queremos darles las gracias, porque atendieron a mis dos hermanos y sé que hicieron todo lo posible para que mi papá sobreviviera”.

Los silencios en la reunión fueron largos y en esas pausas sólo se oían sollozos. Hasta entonces, los estudiantes sólo habían hecho acotaciones aisladas, al recordar a algunos de los accidentados. Fue Alejandro Quiroga quien se animó a pararse y hablar por el grupo. “En estos días nos han hechos algunos reconocimientos y la prensa nos hizo notas, pero para nosotros el mejor reconocimiento es que ustedes hayan venido acá”, dijo, para avanzar y saludar a cada uno de los visitantes.

Entonces, Cecilia Clavijo se levantó de su silla y, entre lágrimas, repartió estampitas que llevaba en su bolsillo. “En nombre de mis compañeros me gustaría que todos las tengamos. Son de la Virgen de los Milagros”, dijo la chica, en otro acto que volvió a unirlos y que hizo recordar a Carlitos que los estudiantes atendían y ubicaban a los heridos junto a la gruta de la Virgen que está sobre la ruta, a metros del barranco donde cayó el micro.

“No es casualidad entonces que ustedes se encontraran con el accidente. Nuestra Señora de los Milagros los puso allí”, les dijo Guillermo Ferreyra, esposo de Ivana.

Luego, los 24 estudiantes se pusieron de pie y fueron a saludar a los visitantes, en abrazos interminables y en otros que ya dieron paso a algunas sonrisas.

Sin embargo, quien más mimos recibió en ese momento de mayor comunión entre los protagonistas fue Celia, quien pese a sus ganas seguía sin poder hablar, aferrándose a su inseparable pañuelo y a su dolor. Y desde ayer, también a su estampita.