La silla de ruedas pide a gritos un reemplazo. Le falta un apoyabrazos y el otro no tiene la gomapluma que lo debería recubrir. Las ruedas se mueven para todos lados, se le salen los tornillos porque ya están zafados de tanto ajuste, el asiento tiene toda la cuerina rajada y ya no tiene ni frenos. Pero sigue siendo fiel a su dueña Estela Flores, una discapacitada motriz que nació con problemas de columna y nunca pudo caminar. Ella asiste a la colonia de verano de Villa Santa Rosa, 25 de Mayo. Pero lo hace cuando puede porque su silla es tan vieja que a veces le falla y, cuando la tiene que arreglar, Estela se tiene que quedar postrada en su cama porque no tiene nada más que la ayude a desplazarse. "Pedí una al PAMI, pero me entregaron otra más rota que esta", contó Estela, quien acude a la solidaridad de la gente para conseguir una nueva (los que puedan darle una mano, llamar al 4978011, familia Otiñano).
Presente pero con esfuerzo

