Casi como un fin de semana normal. Los sanjuaninos, ya sea porque no está el gran imán del dique de Ullum o porque esta vez prefirieron quedarse en sus casas, no coparon las piletas como en el día de Navidad, cuando en la mayoría de los natatorios había cola para entrar. Y aunque se podían observar grupos de jóvenes tomando mate o refrescándose en las orillas, las piletas eran casi todas para los chicos.

"Vinimos recién después de almorzar, porque dormimos hasta tarde", confesó Maira, instalada en el balneario Brisas del Plata con cuatro amigas. "No hay mucha gente y es mejor así, porque se puede estar más tranquilo", dijo Paula, tomando sol a un costado de la pileta de Las Viñas. Aunque ya era la siesta, muchos llegaban con cara de sueño y llevando en sus heladeras portátiles los saldos de la cena de fin de año, para almorzar en turno vespertino. "Para Navidad se nos acabaron los helados y las gaseosas, pero ahora la gente trajo más cosas de su casa y parece que están comprando un poco menos", evaluó un kiosquero en las proximidades del balneario santaluceño.

En los departamentos la historia fue similar. En el club Parque Norte y en la Colonia Richet y Zapata, la mayoría de la concurrencia estaba compuesta por familias que eligieron compartir el primer feriado del año al aire libre. La pileta de El Palomar permaneció cerrada y en los clubes del Gran San Juan, la gente empezó a llegar después del mediodía, porque aprovecharon para dormir un poco más y recuperarse de la trasnochada.

El gran batacazo lo dio San Martín, donde más de 5.000 personas concurrieron al camping municipal para disfrutar de sus instalaciones. "Hasta yo tuve que ayudar con los vehículos, porque no cabía nadie más", se alegró el intendente Cristian Andino, quien también relató que el predio ubicado en el ingreso a San Martín, donde se ha proyectado la construcción de la primera plaza húmeda de la provincia (dentro de un parque municipal), también se llenó de gente. "Parece que a la gente ya le gustó el lugar, antes que les hagamos el Parque", dijo.

En Albardón, la gente aprovechó que el río traía más agua por la creciente y se instaló con sus reposeras y heladeritas a la orilla del cauce. "Como viene más agua, los chicos se divierten y nosotros nos refrescamos", contó una señora instalada con sus chicos en una caída de agua antes de llegar al dique Avalos, mientras tomaba mate con los pies en el agua.