Domingo 12 de noviembre de 1995. Casi 10 mil personas desafiaron la lluvia, en una profunda muestra de fe, para participar de la primera visita del Padre Darío Betancourt a San Juan. Gente con parálisis, problemas motrices, hemipléjicos y hasta personas recostadas sobre camillas desafiaron las inclemencias del tiempo para ver si podían ser parte de los milagros del cura, del que el mundo entero hablaba.   

Durante el momento de la bendición de los enfermos en el predio municipal de Caucete, el padre dijo “ahora buen Espíritu Santo,  buen Jesucristo, permite que quienes estén en sillas de ruedas se levanten y caminen”. Cuatro personas se pusieron de pie, ante la sorpresa de todos y un silencio apabullante.

Con sólo 17 años de edad, Jorge Huaquinchay, diagnosticado con parálisis cerebral, nunca había podido abandonar su silla de ruedas. Con una fuerza inexplicable, se paró, intentó dar unos pasos y cayó en el barro. “Despacio muchacho que hace mucho no caminas”, dijo Betancourt  ante la ovación ensordecedora de la muchedumbre. Esa tarde, Jorge se retiró del predio caminando, mientras su padre cargaba la silla de ruedas.

 

Jorge Huaquinchay, días después del milagro.

 

Carismático como pocos, al padre Darío no le gustaba que lo llamaran ‘sanador’, aunque cada una de sus presentaciones se llenaba de fieles que buscaban el milagro. “Yo no sano, son los fieles que creen en el poder de la oración. Yo no he quitado siquiera un dolor de muelas a nadie”, reiteraba una y otra vez.

Cada visita a la provincia era una verdadera locura de gente que se desesperaba por verlo, tocarlo, lograr una bendición.

 

 

Su segunda visita a la provincia fue en el año 2000, en el Predio Cooperativa Eléctrica de Caucete. Allí, unas 25 mil almas se acercaron a verlo y sólo esa tarde, una docena de personas dieron testimonio de sanación.

En 2006, más de 15 mil personas llegaron hasta Rodeo para participar de la “Acampada de la Fe”, agotando cabañas y pensiones. Incluso, la gente prestaba habitaciones de sus viviendas particulares para que todos tuvieran un lugar para pernoctar. En cada una de sus presentaciones, era muy común ver fieles de otras provincias e incluso de Chile.  

Su cuarta vez en San Juan ocurrió en 2007. Unas 25 mil personas participaron de sus tradicionales jornadas de sanación en el estadio Augusto Pulenta de San Martín. Esa tarde ocurrió algo muy particular. El sacerdote se descompensó dos veces sobre el escenario y tuvieron que asistirlo. Inmediatamente, la gente comenzó a rezar por él. Los médicos le recomendaron reposo y lo trasladaron hasta una finca cercana para que descansara. La multitud lo esperó por casi 5 horas. Cuando regresó terminó la misa ante la masa que no se movió del lugar.

 

Hasta ese momento, cada una de sus misas fue oficiada de manera gratuita. Sólo se limitaba a pedir alimentos no perecedero o elementos de limpieza a quienes asistían. Sin embargo, en 2008 esto cambió. El colombiano brindó tres jornadas de sanación en el Estadio Aldo Cantoni. Cada persona que asistió debió pagar $5 para gastos de mantenimiento y de incentivo para la vocación de los sacerdotes.

En junio de 2009 ofició misas en Chimbas para jóvenes de entre 12 y 17 años. Todo ocurrió en el polideportivo del colegio parroquial Andacollo. “Por más que sus padres les digan que no sirven para nada, no deben  hacerles caso. No crean que son brutos y sin capacidad. Los brutos son los adultos que no saben captar la atención de ustedes ni comprenderlos”, les dijo a los chicos.

Betancourt regresó a la provincia, aunque sin convocar las masas de antes. En 2011 habló en el Estadio Abierto, mientras que en 2013 dio charlas en el Polideportivo del colegio San Francisco.

Actualmente, a punto de cumplir 80 años, el cura sanador continúa realizando giras por distintas partes de Latinoamérica. Incluso, en mayo de este año estuvo en Argentina, aunque sus tradicionales misas no llegaron a San Juan. En Mendoza se mostró muy feliz de poder seguir predicando la palabra de Dios, siempre acompañado por el amor de los fieles.