Benjamín Franklin Rawson nació en San Juan, el 29 de marzo de 1820, hijo del médico norteamericano Amán Rawson y hermano mayor de Guillermo -una personalidad de la medicina argentina-. Es considerado uno de los primeros pintores argentinos y en la provincia el Museo de Bellas Artes lleva su nombre desde 1938 (por iniciativa de Alfredo Martín Palma, de la antigua Comisión Provincial de Bellas Artes). Sus primeras nociones las recibió del francés Amadeo Gras. Luego se alistó en el movimiento plástico sanjuanino promovido por la hoy desaparecida Sociedad Dramático Filarmónica, de la que Domingo F. Sarmiento fue uno de los principales creadores. Cuando cumplió 18 años su padre lo envió a Buenos Aires a formarse en el arte del retrato y la miniatura, con Fernando García del Molino. De vuelta en su provincia, problemas políticos y su amistad con Sarmiento provocaron su exilio a Chile. Allí, siguió estudiando con el francés Augusto Quinsac Monvoisin. Formó parte de la primera generación de pintores nacionales integrada también por Carlos Morel (1813-1894), Fernando García del Molino (1813-1899) y Prilidiano Pueyrredón (1823-1870). Desde el punto de vista histórico su mejor trabajo es el Asesinato de Maza, pintado hacia 1860. Pero es Salvamento, una de sus obras más conocidas y donde -por amistad- ubicó a Sarmiento en un episodio heroico en el que no participó, repartiendo pan a los vencidos por las armas y los elementos naturales. En materia de retratos, uno de sus buenos trabajos es el óleo que reproduce el rostro de su hermano, el doctor Guillermo Rawson. Y entre los pocos temas religiosos que tomó se encuentra la Inmaculada Concepción, un óleo sobre lienzo de más de 3 metros de largo con un gran marco laminado en oro (a la usanza del siglo XIX) que data de 1845 y que se restauró en parte quedando otra vez archivada. Otras de sus creaciones se exponen en el Museo Mancini (Ruta 12, Km. 28, Zonda) y en Buenos Aires: en el Museo Histórico Nacional y en el Nacional de Bellas. Falleció 15 días antes de cumplir sus 52 años, en 1871, a causa de la epidemia de fiebre amarilla que asoló Buenos Aires matando a casi catorce mil personas.
