El chofer de la pala mecánica se tomó su tiempo antes de dar la primera estocada contra los muros. Comenzó a tirar el edificio con lentitud y suavidad. Y no por temor a ser aplastado. Dijo que era por respeto a todos los seres que nacieron y murieron entre esas paredes. Esta fue una de las primeras escenas emotivas que se vivió ayer durante la demolición de la vieja Maternidad del Hospital Rawson, un edificio que fue un ícono en la historia de la provincia.
De a poco el lugar se fue colmando de curiosos. Algunos aplaudieron entusiasmados cada caída de escombros, mientras otros pocos presenciaron el trabajo con lágrimas en los ojos. Era un grupo de médicos y enfermeras que recibió a alguno de los más de 380.000 sanjuaninos que nacieron en este edificio. "Esta máquina no va a poder derribar la montaña de recuerdos y anécdotas que hemos cosechado durante décadas de trabajo", dijo uno de ellos antes de retirarse a seguir atendiendo parturientas en la nueva Maternidad del hospital.
En menos de 45 minutos, y con el trabajo de una sola máquina, el ala Este del viejo edificio ya estaba en el suelo.
Las paredes se derrumbaron casi en cadena y con un solo golpe de la pala. El fundamento: el 70% de esta obra no era sismorresistente, y los muros acumulaban la humedad generada por pérdidas de agua de surtidores y baños, durante años.
"Es increíble que hayamos trabajado tanto tiempo bajo esto que con un temblorcito se venía abajo", dijo una de las enfermeras que se quedó, hasta que se permitió la presencia de público, observando la demolición. Lo hacían pese a que la polvareda se tornaba insoportable, sin que el trabajo de un par de obreros lograra aminorarla. Con mangueras tiraban agua para aplacar el polvo en el ambiente, intento que se hizo hasta desde las alturas: uno de los obreros se subió, manguera en mano, al edificio en construcción de lo que será la tercera fase del nuevo Hospital Rawson, y que limita con la ex Maternidad.
La polvareda tampoco espantó a los curiosos se se agolparon tras la tela de alambre que se colocó en el ingreso de calle General Paz, que llegaron atraídos por el ruido de la máquina en acción. Entre ellos, una señora que, emocionada, dijo que ‘acá nació mi primer nieto‘.