Los Reyes Magos, según la tradición, visitaron Belén luego del nacimiento de Jesús para rendirle homenajes y fundamentalmente entregarle regalos de gran riqueza simbólica: oro, incienso y mirra. Llegaron siguiendo una estrella que los guió hasta el "rey de los judíos que ha nacido", según los relatos bíblicos.

Se cree que Melchor entregó la mirra, Gaspar el incienso y Baltazar el oro. Los tres regalos con los que obsequiaron al Niño Jesús no fueron elegidos por casualidad: el oro era un regalo para Jesús considerándolo un rey (era un obsequio sólo destinado a quienes tenía este poder), el incienso era un presente para Jesús como Dios (pues esta resina vegetal se quemaba delante de los dioses ya que al arder desprendía un humo aromático utilizado para fines religiosos) y la mirra, para Jesús como Hombre (pues con ella se embalsamaba a los muertos). Desde hace miles de años se conocían sus beneficios curativos y hoy en día estos productos siguen teniendo una gran utilidad en la medicina moderna.

Vale aclarar que los Evangelios -el de San Mateo es la única fuente bíblica que los menciona- solo hablan de "magos", en ninguna parte se indican sus nombres, ni tampoco que fuesen reyes ni que fueran tres (número que posiblemente se deba a la cantidad de obsequios ofrecidos). Estas creencias fueron agregadas varios siglos después y se han mantenido en la tradición popular. Inclusive se ha popularizado la tradición regalándole sorpresas a los niños que escriben sus cartas durante la noche anterior a la Epifanía.