Todavía hay trozos de mantas adentro de la trinchera. No es difícil encontrar vainas de proyectiles y chatarra oxidada por la huella que conduce hasta ese lugar. Pero la imagen de los restos desperdigados por el suelo de dos helicópteros, paraliza. Hasta ayer, de la guerra sólo se hablaba. Cada uno contaba su historia, sus vivencias, a veces encontradas. Hasta reconocían lugares. Pero en un recorrido que duró unas 7 horas, se pudo ver, tocar y hasta oler los restos de la guerra. Los 25 excombatientes que están en Malvinas fueron a algunos campos de batalla.

Volver a esos lugares que duelen fue, para los que estuvieron allí, tratar de encontrar explicación a lo sucedido. También pidieron perdón. Para aquellos que no pisaron ese suelo, ya sea porque estuvieron en barcos o formaron parte de la Fuerza Aérea, fue ponerse en los zapatos de sus compañeros veteranos. Horas de caminata sobre la turba húmeda y blanda para enfrentar el dolor, para pararse en el mismo lugar que hace 34 años y decir: ‘Acá estoy, acá estuve’. El tiempo dirá si el dolor del pasado dejará de doler tanto. Por lo pronto, el reencuentro con la guerra en su cara más desgarradora formó parte de la jornada.

Agujeros en la tierra que fueron bombas, restos de las hélices de un avión, que ni los guías de la expedición ni los excombatientes tienen la certeza de si son de procedencia argentina o inglesa. ‘La muerte estuvo en los dos lados’, dijeron algunos veteranos mientras sacaron fotos y más fotos, como queriendo guardar cada detalle. Pero están los que recorrieron estos montes despacio, en silencio, como en un viaje demasiado íntimo en el que fue imposible entrometerse. Los que estuvieron allí buscaron reconocer las distancias, las posiciones. ‘Desde este sitio arrojaban los chinguillos (redes que tiraban los helicópteros y que contenían la artillería, entre otros objetos)’, dijo Jorge Corvalán, señalando cerca de donde estaban restos de dos helicópteros, aparentemente devastados por el fuego al pie del Monte Kent. El otro veterano que estuvo en combate en esa zona fue José Rivero.

Ambos hombres, sentados en la turba, y volviendo a soportar el mismo viento helado, observaron todo alrededor. Identificaron lugares, recordaron lo sucedido. Poco después, una trinchera, que fue usada por soldados argentinos, fue punto obligado de parada en el recorrido. De ahí comenzó la caminata de unas 3 horas para llegar hasta el monte Longdon, donde se dio una de las batallas más sangrientas durante el 13 y 14 de junio de 1982.

La trinchera está señalada. Piedras, como formando una pirca, con palos atravesados sobre ella, aparece al costado de la huella. Hay varias más en el lugar. Adentro del hueco, todavía hay restos de mantas y abrigo que pertenecieron a los soldados argentinos. Cuesta imaginar cómo resistieron en esas noches invernales, con los azotes de la naturaleza y la angustia permanente por la cercanía de la muerte. ‘Rogábamos que llegara el día. Si eso sucedía era porque estábamos vivos’, contó Corvalán.

En el monte Longdon, el enfrentamiento se produjo en la noche del 13 de junio y en la madrugada del 14. ‘Hubo bombardeos toda la jornada. Allí no había trincheras, estábamos entre las piedras, lo que era peligroso porque una esquirla podía impactar en ellas y matarnos de rebote’, agregó el veterano, quien recordó con pesar que poco antes de eso, sus superiores les dijeron que el que le diera la espalda al enemigo, iba a recibir el impacto de una bala, pero de los francotiradores argentinos. Corvalán enumeró uno a uno los muertos de su Compañía. A algunos de estos soldados pudo identificar en las tumbas del Cementerio Darwin. ‘Necesitaba pedirles perdón por no haber sido yo el que morí esa noche’, dijo.

La de ayer fue otra jornada intensa. En Malvinas nada parece ser liviano. Ni el recuerdo, ni el clima, ni las calles empinadas. Mucho menos esa tanqueta argentina que está apostada en el patio de un kelper y en la que flamea la bandera británica.

Los 25 veteranos y los funcionarios que forman parte de este contingente histórico organizado por el Gobierno de San Juan, se disponen a seguir con el cronograma del recorrido. La idea es que hoy se pueda llegar al monte Dos Hermanas, otro de los sitios donde hubo enfrentamientos armados.

Un día como el de ayer, pero hace 34 años, Estados Unidos autorizó a Gran Bretaña a utilizar la isla Ascensión como base logística. Mientras que el Comité Militar Argentino tomó la decisión de reforzar la defensa de las islas. Ahí comenzaron los requerimientos logísticos para Malvinas que no habían sido previstos con anterioridad.