La escritura se hace siguiendo tradiciones antiguas: se usan pergaminos de cuero de vaca -preferentemente nonatos que aseguran su durabilidad-, una tinta especial cuyos componentes se mantienen intactos desde hace 2000 años, se utiliza plumas o caña para dar forma a las palabras que pueden incluir una punta de plástico para darle la caligrafía necesaria (un detalle es que los judíos provenientes del Este europeo (llamados ashkenazies) no la escriben igual que los que son originarios de España, Persia, Marruecos o las zonas aledañas y que se los conoce como sefaradíes. Los primeros hacen letras mas cuadradas, los segundos, más redondeadas). Los 63 a 65 pergaminos que componen una Torá se unen entre sí con un hilo que en realidad es tendón de vaca.
Sin embargo, más allá de los elementos materiales, hace falta un ingrediente fundamental: la intención con que se escribe y que es clave para darle el sentido de sacralidad a estos textos.
