Los que hablan de él lo definen como un visionario. Es que además de coincidir con el hecho de que fue uno de los primeros paleoartistas de Argentina, dicen que logró, con sus esculturas, que los sanjuaninos comenzaran a entender qué eran los dinosaurios y cómo se veían cuando vivían en esta tierra. Roberto Cei era paleontólogo y fue uno de los primeros investigadores del Museo de Ciencias Naturales de San Juan. Falleció en abril de 1981 y fue la persona que marcó el punto de partida para que estas criaturas fueran palpadas y vistas como si fueran reales por los sanjuaninos y por gran parte de los argentinos. Cei falleció en San Juan, dejando un gran legado. A 40 años de ese día, su hija Natalia Cei y el director del Museo de Ciencias Naturales, Oscar Alcober, contaron quién era este hombre que marcó un antes y un después en la provincia.

Cei nació en Italia y llegó a Argentina siendo muy chico. Estudió en Mendoza y en Tucumán, pero desarrolló su corta carrera, porque falleció a los 40 años, en San Juan. "Además de estudiar paleontología, también estudió arte. De hecho, a mi madre la conoció haciendo esa carrera", dijo Natalia, que conoció a su papá gracias a lo que le contaron sus abuelos, su mamá y muchas personas que compartieron años con él, pues falleció cuando ella tenía 4 años.

Llegó a San Juan en la década del "70, cuando el Museo de Ciencias Naturales casi que sólo existía en los papeles, pues no tenía mucho para mostrar. De hecho, fue convocado años después por esta institución cuando se decidió hacer una exposición corpórea de los dinosaurios. Se le pidió que trabajara en el diseño de piezas museológicas y corporización de los ejemplares que, hasta ese momento, se sabía que habían habitado Ischigualasto y Loma de las Tapias. Esto, porque se sabía que Cei, además de ser un gran investigador, era un destacado artista que ya había realizado esculturas de estas criaturas. De hecho, una de las primeras piezas que hizo es una de las que hoy se expone en la puerta de las oficinas del Ministerio de Turismo, frente a la Casa Natal de Sarmiento. Estas corporizaciones fueron expuestas durante años en muchos rincones sanjuaninos, e incluso algunas aún hoy siguen estando a la vista (ver aparte).

Dicinodonte. Cei hizo la escultura del dicinodonte y fue expuesta el 8 de octubre de 1973, junto a los restos de este dinosaurio. 

"Cei es la persona que puso al museo de San Juan en el mapa cuando era poco conocido. De hecho, la herencia de Roberto Cei es la que tomamos para hacer los Titanes de Ischigualasto. Él buscó reconstruir las criaturas que vivieron en Ischigualasto, para hacerlas más comprensibles para la gente. Buscaba mostrar un lado más amable de la ciencia. Es que si nosotros exponíamos una roca con fósiles, costaba mucho que la gente imaginara cómo era un dinosaurio", dijo Alcober y contó que esas corporizaciones se realizaron en la década del "70 cuando en San Juan sólo unos pocos privilegiados podían haber visto alguna imagen de un dinosaurio. "Fue un visionario. Estábamos a más de 20 años de una producción cinematográfica como fue Jurassic Park. En ese momento, la palabra dinosaurio no significaba nada para la gente. Hoy, hay miles de documentales, fotos, exposiciones y películas. Si Roberto hubiera nacido en EEUU sería un personaje reconocido por el mundo entero", agregó el especialista que demostró tener una gran admiración por Cei.

En el mismo sentido y sin poder disimular el orgullo que siente por su padre, la hija de Cei contó que su papá siempre fue un apasionado y que le gustaba que lo que él sabía no sólo quedara en los libros o en las mesas de investigación. "Desarrolló un material muy particular para hacer sus esculturas. Era una mezcla que hacía con resina, cemento y un pegamento. Únicamente él sabía bien qué era. Yo conservo algunas de sus reproducciones pequeñas. Le gustaba que la gente pudiera tomar dimensión de lo que era un dinosaurio, y lo hacía a través de sus reproducciones. Él trabajaba en un taller muy humilde, en un garaje", dijo Natalia y comentó que por lo que a ella le dijeron, su papá desde pequeño estuvo vinculado a la paleontología, al arte y a la biología. "Mi abuelo también era biólogo, pero estudió los reptiles, por eso mi papá siempre estuvo en contacto con libros y materiales. Desde muy muy chico le gustaba modelarlos con arcilla. Cuando llegó a la paleontología encontró su amor para toda la vida. Mi mamá cuenta que por ahí él se iba en busca de fósiles y volvía dos o tres días después. Era como que perdía la noción del tiempo y en esa época no había comunicación como ahora", relató su hija. Dijo que debido a esa pasión que él tenía por los dinosaurios, fue que ella y su familia lucharon durante muchos años para que los restos de su papá descansaran en Ischigualasto. En la misma tierra, en la que quedaron las criaturas que siempre amó. Esto lo consiguieron hace unos 20 años. "Cuando logramos llevarlo a Ischigualasto mi mamá hizo una escultura de bronce de un Cinodonte que está sobre sus restos y que hoy aún se expone", cerró Natalia.

Un dino emblemático. Roberto hizo una escultura de un Cinodonte. El mismo que, años después, su esposa hizo para su sepultura.


UN HOMENAJE

Los restos de Cei descansan en Ischigualasto y su lápida dice: "Aquí descansa, viviendo en el futuro, el naturista y artista Roberto Cei. Itálico de origen, sanjuanino de sentimientos. Rodeado por las sombras de los seres poderosos del Mesozoico Ischigualasto. Estos, a los cuales logró dar expresión y vida. Su memoria se confunde ahora en este fantástico paisaje con los arcanos míticos recuerdos del Valle de la Luna".

  • El derrotero de sus creaciones

Si bien gran parte de su obra estuvo expuesta durante muchos años en el Museo de Ciencias Naturales y sirvieron para que muchas generaciones de sanjuaninos pudieran ver de cerca a un dinosaurio, Alcober contó que muchas se perdieron. "Algunas fueron víctimas de un hecho vandálico que sucedió en medio de la crisis social de 2001. El museo en ese momento funcionaba en la estación Belgrano y por el tamaño de las esculturas -algunas eran en tamaño real- estaban en los jardines. Muchas de ellas quedaron totalmente destruidas y las que salvamos y pudimos reparar fueron llevadas a Ischigualasto", dijo Alcober y comentó que esas esculturas son las que hoy se exponen en los jardines del parque, en Valle Fértil.