Era su noche. La del regreso al gol tras quince fechas. La ratificación que es el jugador más querido por la gente. La del regalo anticipado para su heredero que lo observaba en la platea desde el vientre de su novia, Fernanda. Aunque para el nacido en Pernambuco la alegría no fue completa. El gol de Gagliardi a los 47´ del complemento, cambió su sonrisa por la típica cara de amargura por un empate en la última jugada. Así fue la tarde-noche de Roberval quien admitió que “cambiaba el gol por la victoria del equipo”. “Nadie se puede ir contento después de lo que pasó. Yo no soy la excepción, claro. Habíamos jugado muy bien e incluso tuve la suerte de volver anotar, pero el empate me deja tan triste como a todos mis compañeros y la gente”, contó apenas salió del vestuario local el moreno de 23 años, quien tiene contrato hasta la siguiente campaña con el Verdinegro. En la celebración de su tanto, al mejor estilo de su compatriota Bebeto en el Mundial del ´94, Rober se colocó el balón debajo de la remera simulando el embarazo de su media naranja que lo hará padre por primera vez. “Se lo dediqué a mi novia porque estoy pasando un momento muy lindo de mi vida. Tuve la chance de volver a ser titular en el equipo, la relación con mis compañeros es bastante mejor y pude marcar de nuevo. Pero la felicidad no es completa para mí”, repitió. Aunque otras veces había recibido el cariñoso “olé, olé, olé, negro, negro”, anoche fue el partido donde por unanimidad la gente lo adoptó como el niño mimado: “Es muy lindo que la gente te quiera y reconozca el esfuerzo que uno hace. Desde que llegué siempre me trataron bien y por eso voy a estar siempre agradecido a esta hinchada”, cerró el punta, quien al toque recibió un beso de su novia justo en el día que Gagliardi le arruinó la felicidad completa.
