“La figura de Néstor Kirchner me provoca sensaciones encontradas. Por un lado, era increíble su vocación militante, su vocación de poder, su llegada a los jóvenes. Es el modelo a seguir para los que pretendemos cargos con responsabilidad. Me saco el sombrero. Pero también hacía un culto de la confrontación y eso divide a la sociedad. Instaba al pensamiento único, el resto no tenía propuestas ni ideas”.