El cierre de la Fiesta de la Semilla y la Manzana profesó buena cosecha en varios aspectos: grato clima a favor (cielo despejado y estrellas reflectoras), populosa convocatoria (según fuentes policiales el público sumó más de 8 mil espectadores), lograda técnica (fiel sonido y lumínica decente) y virtudes pachamama (el lugar se atestó de belleza natural y encantó con la fusión agua+tierra+show). Y claro, la presencia del Rey: el Chaqueño Palavecino ofreció un repertorio entretenido y promovió alegría iglesiana por doquier. ¿La salvedad? La manzana decorativa que acompañó el lateral izquierdo del escenario (demacrada e incomible) y el viento inoportuno que levantó tierra y mal humor.