El inolvidable equipo del San Pablo, que en la edición de 1992 superó nada menos que al Barcelona, dio otro fuerte impacto cuando al año siguiente venció nada menos que al Milán de Fabio Capello. Fue 3-2 en una final infartante en Tokio, con goles de tres grandes de ese team Palinha, Tonino Cerezo y Muller. Para los italianos habían igualado Massaro y Papin. Ese equipo italiano ese año logró coronarse campeón invicto del Calcio y jugó la final pues el Olympique de Marsella fue despojado de su título por fraude.