‘Ya no hay nada más que puedan romper o robar. Y no se llevaron la heladera o el calefón porque los sacamos. Nos da mucha pena’, contó resignada Marcela Amarfil. Ella es vecina del barrio Eduardo Bustelo, en Alto de Sierra, Santa Lucía, y se mostró impotente porque no pueden evitar los actos de vandalismo en el módulo que funciona como un pequeño centro integrador comunitario, que está destruido. Según los vecinos, en poco más de tres meses los jóvenes de la zona se ensañaron de tal modo con ese lugar que no dejaron vidrios sanos, rompieron puertas, el baño, las cerraduras y hasta se robaron el inodoro. Además, lo usan para drogarse.
El módulo hacía las veces de CIC porque allí daban talleres, iban los médicos a hacer controles y servía de salón para hacer cumpleaños infantiles de los vecinos. Pero ahora está lleno de piedras que arrojaron y ninguna ventana tiene vidrios o policarbonatos. Como no pudieron entrar a una oficina, destrozaron la puerta, lo mismo que con un bajo mesada. Cuando empezaron los ataques, entre algunos vecinos sacaron lo que quedaba del mobiliario, así que en varias casas custodian una heladera, un calefón, una mesa grande y unas mesas y sillas para chicos.
Como no pueden estar sacando y colocando todo el mobiliario todos los días es que las actividades sociales allí están suspendidas por el propio pedido de los vecinos, que dijeron que pese a que llaman a la Policía, no asiste al lugar.
Además, el sitio es una especie de aguantadero. Queman los focos o dañan al tablero general en un poste para dejar sin alumbrado a las calles y así drogarse, pues dentro del CIC hasta dejan restos de sus tucas (para fumar marihuana).

