Los nervios que estaba pasando lo hacían sentir mal. Isidro Hernández, changarín y peón rural, volvía anteayer de discutir con abogados que decían que era muy probable que lo desalojaran junto a su familia y a otras que vivían en un terreno de Jáchal. En el estudio había recibido las malas noticias junto a su esposa Graciela. Ambos se fueron hacia la casa, ella caminando y él en bicicleta. "Me voy a comprar unas aspirinas porque no me siento bien", dijo Isidro, de 56 años, según palabras de su mujer. Cuando ella llegó a la casa, la escena era espantosa. El hombre había escuchado por la radio que daban plazos perentorios para el desalojo, y se estaba arrastrando hacia la calle para pedir ayuda, víctima de un ataque cardíaco. Falleció a los pocos minutos, por el disgusto de saber que su familia iba a quedar en la calle, y antes de que llegara una ambulancia.
"Estaba morado", comentó Graciela. "Casi no se podía mover", agregó. Ella, cuando volvió a su casa, que queda a 6 cuadras del estudio, vio que el hombre intentaba pedir ayuda a quien pasara por la calle, pero no había nadie por allí. Casi no podía hablar y a cada segundo se descomponía más. Desesperada, la mujer llamó a la ambulancia y esperó en la calle algún vehículo, pero nadie pasó. Cuando llegó la ambulancia, el hombre ya no respiraba y aunque intentaron revivirlo, las maniobras fueron inútiles.
El matrimonio y sus 4 hijos ya mayores de edad viven desde hace 20 años en un sector ubicado entre el Barrio Fronteras Argentinas y el edificio del Escuadrón 25 Jáchal de Gendarmería Nacional. Pero desde hace 10 años enfrentan un juicio al igual que otras 19 familias, iniciado por una persona que afirma ser el verdadero dueño de las tierras y que quien se las vendió no lo es. Isidro no tenía instrucción sobre derecho y dejó todo en manos de su abogado, quien, según la esposa, no pudo conseguir las tierras.
El padre de familia sobrevivía de changas rurales, mayormente en las viñas, y de la albañilería. Pero al momento de escuchar la radio estaba desocupado, así que su estado anímico ya era débil. El había comprado el lote con la ayuda de sus 4 hijos, 2 hombres y 2 mujeres, que trabajan de peones rurales y de empleadas domésticas. Y con sus propias manos había construido la vivienda.
El fallecimiento causó conmoción en Jáchal y se está analizando cuánto tiempo se va a dar para realizar definitivamente los desalojos.

