Aún no terminaban de instalar los arcos al aire libre, pero Ángela no quiso esperar más. Entró a la cancha de mangas cortas lista para empezar a jugar, pese a los 2,7 grados de sensación térmica. Esta mujer de 64 años integró el equipo de los residentes del Hogar de Ancianos que ayer jugó un partido de fútbol contra el personal de la institución, sin que el frío o el dolor de huesos fuera un impedimento. Los abuelos perdieron, pero se divirtieron a lo grande. Ellos mismos organizaron esta actividad deportiva para celebrar el Día del Padre.
’Matalo, Angelita, matalo’, gritó Eneo cuando la mujer se dispuso a patear un penal durante el precalentamiento. ’No grites tanto que se te van a caer los dientes’, le contestó ella ante las carcajadas de los espectadores. Las bromas y el buen clima fueron las estrellas antes durante y después del encuentro que tuvo dos tiempos de sólo 10 minutos para que los abuelos no se cansaran demasiado o sufrieran alguna lesión.
Durante el primer tiempo Francisco permaneció sentado cerca del arco por si le tocaba reemplazar al arquero titular. Llegó ese momento y no dudó en ingresar al campo de juego, aunque tuvo que dejar el bastón que usa por los problemas de cadera que tiene. En 5 minutos le hicieron dos goles y pidió un reemplazo o que le pasaran el bastón a ver si con él podía atajar la pelota. Como el cambio no se produjo de inmediato, el hombre aprovechó que el partido se detuvo por una falta para tomar un vaso de mate cocido caliente para combatir el frío.
El equipo del personal, de bastante menos edad que su adversario, también reemplazó a varios de sus jugadores durante el encuentro. No lo hizo para preservar la salud de sus integrantes, como el equipo de los abuelos, sino porque hasta los médicos que trabajan en el lugar quisieron jugar. Para sorpresa de todos, uno de ellos resultó lesionado durante el partido, aunque no por una patada. Fue una enfermera que mientras corría tras la pelota en un contraataque hacia el arco contrario la mordió uno de los perros que vive en el Hogar. ’Saquen a ese perro de la cancha, pero al de pantalón marrón’, grito uno de los abuelos de la hinchada ante el aplauso de sus compañeros por la ocurrencia y tras ver que la mordida perruna no fue más que un rasguño.
El partido debía durar 20 minutos, pero se prolongó por unos cuantos más. Tanto los jugadores como los espectadores estaban tan entretenidos con el encuentro que nadie se percató de la hora.
Los abuelos perdieron 4 a 2, pero no se dieron por vencidos. Ni bien recuperaron el aliento desafiaron a otros miembros del personal a un nuevo encuentro. Estaban a punto de reingresar a la cancha, pero tuvieron que cambiar de planes porque comenzó a lloviznar.

