�Manos engrudadas con masa, un pañuelo en el pelo y un fuentón gigante con masa. Así Silveria (31) arranca buena parte de sus mañanas de esa forma. Vive junto a su marido Alfredo (32) en un finca de calle Vidart, entre calle 8 y 9, en el departamento Pocito. Mientras su marido y sus 6 hijos (Luisandro, Joaquín, Olimpia, Carlos, Laura y Yésica) trabajan la chacra (plantan ajo y arvejas), ella se encarga de la casa, un viejo rancho que carece de lujos pero que desborda de atenciones. Pocos recuerdos gratos le trae la ciudad de Potosí, esa que dejó a comienzos del 2010. 

‘’Allá nuestra única oportunidad era cortar caña (de azúcar). Era mucho trabajo y poca plata. Uno se acostumbraba, pero acá tenemos otra vida, otras oportunidades y la gente es muy buena’’, comentó Silveria. No se arrepiente de haber venido a la provincia e incluso otros familiares cercanos tiempo después la siguieron y hoy viven muy cerca.