Con un sólo vistazo, ayer podía afirmarse que el II Salón Internacional de la Industria Minera (Siminera) había cumplido su objetivo de acercar la minería a la comunidad: Los pasillos se vieron atestados de jóvenes estudiantes, niños y familias enteras con sus bebés en brazos y en changos.

“Para mi es una sorpresa esto, he participado en muchas ferias mineras y esto es mucho más que negocios, es un evento social que está abierto al público y para mí es una experiencia nueva, bien chébere”, dijo Daniel Rogenmoser, de la empresa RST, que aunque es suizo vive en Colombia, y se le nota.