La joven Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ), encargada de eliminar estos arsenales con el apoyo de los 189 Estados miembros y ganadora ayer del premio Nobel de la Paz, ha realizado un trabajo silencioso desde 1997 hasta que la crisis siria le otorgó un papel protagonista.
Técnicos de la OPAQ se encuentran en estos momentos en territorio sirio para proceder a la destrucción de las armas químicas en poder del régimen de Bachar al Asad, quien ha anunciado que su país firmará la Convención contra las Armas Químicas el próximo lunes 14 de octubre.
La OPAQ, con sede en La Haya (Holanda), es la organización encargada de aplicar la Convención contra las Armas Químicas que entró en vigor en 1997 y sus principales tareas son la eliminación de los arsenales, la supervisión de este trabajo y la asistencia y
el asesoramiento a los Estados miembros. Bajo esa Convención, 7 países declararon poseer armas químicas -Albania, Estados Unidos, Rusia, India, Irak, Libia y un Estado que la OPAQ no identifica- y se comprometieron a destruir 71.196 toneladas métricas de agentes químicos.
La organización verificó la destrucción de 4,97 millones de municiones y contenedores químicos, el 57,32% de los 8,67 millones declarados. Desde 1997, la OPAQ ha realizado un total de 5.286 inspecciones en 86 países miembros y ha visitado en 2.731 ocasiones los 228 polígonos declarados, con lo que están inventariadas todas las armas que los Estados miembros han dicho poseer.
En la sede de la OPAQ en La Haya trabajan cerca de 500 personas, 200 de las cuales son inspectores.