El agua de mar contiene en su composición oligoelementos, sodio, minerales, cloro, magnesio, azufre, calcio, flúor y yodo. Estos elementos hacen que tomar sol a sus orillas le confiera a la piel un color inconfundible, pero la arena de las playas refleja los rayos ultravioletas en más del 80 por ciento. Esto significa que hay que extremar las medidas de cuidados para evitar quemaduras y problemas en la piel.
Debido a que la piel adquiere color con mayor rapidez en la playa que en cualquier otro lugar, es fundamental broncearse progresivamente, con sesiones de 20 a 30 minutos. Hay que recordar que reposar bajo la sombrilla también broncea.
También es importante moverse y cambiar de posición para que el color quede parejo.
La otra pauta es utilizar emulsiones, leches o cremas ‘after sun’. Los productos para después del Sol están compuestos por sustancias humectantes, que retienen el agua en la piel rehidratándola y alivian la sequedad. Se aplican sobre la piel limpia (después de la ducha).
Sobre el rostro hay que colocar durante el día la crema after sun y por la noche una emulsión nutritiva, para prevenir el foto envejecimiento.
