Unos vasos plásticos sobre la mesa y recortes de tela rosada hacen que María Traslaviña pase el tiempo sin pensar en la tragedia que le cambió su vida. Con estos elementos, en los ratos libres, la mujer de 42 años, hace centros de mesa para un cumpleaños de 15. Todo para alejarse del dolor. Es que, hace un mes, el mayor de sus hijos y su marido murieron ahogados. Desde ese día, la vida de la familia Zapata cambió rotundamente. La mujer se quedó sola con dos hijos y sin medios para subsistir ya que su marido era el sostén económico. Hasta ahora pasan los días con dinero y mercadería que les dieron algunos conocidos.
Nicolás (10) y Manuel (50) fallecieron ahogados en un piletón cuando festejaban el cumpleaños de un familiar. El pequeño cayó al agua y su papá, por intentar rescatarlo, corrió la misma suerte. Ese día, en un abrir y cerrar de ojos, la vida de María quedó destruida. Sobre el vidrio de un aparador, las fotos de la familia hicieron que la voz de la mujer temblara más, mientras que su mamá, que la acompaña para que no esté sola, secó disimuladamente sus lágrimas. ‘Todavía no lo puedo creer. Recién ayer logré dormir toda la noche de corrido y tranquila‘, dijo María, que tiene la mirada perdida. Pero, en medio de este dolor, se mostró agradecida porque la gente de la iglesia evangélica a la que asiste, le ayudó a sacar a sus hijos adelante. Además, desde esa institución les regalaron bolsones de mercadería. Otros que la ayudaron fueron los docentes de la escuela Saturnino Sarassa, donde asistía Nicolás.
Con todo esto, María hace que su familia sobreviva. ‘Cuido cada centavo como si fueran millones‘, dijo. Si bien intentó no llorar delante de Gabriel (6) y Milena (8), las lágrimas se le escaparon cuando aseguró que nunca pensó vivir de donaciones y que se rehusa a pedir porque siempre vivieron del trabajo de su esposo que era changarín. La mujer tiene la posibilidad de tramitar una pensión. Pero contó que lo que más quiere es conseguir un empleo para volver a vivir como antes. Los Zapata siempre fueron humildes, pero con esfuerzo, le dieron a sus hijos lo que más pudieron. Mientras que Nicolás aprendía violín, Milena iba a danza árabe, por recomendación médica ya que es hiperquinética.
‘Siempre ayudamos a la gente y ahora estoy cosechando lo que él (Manuel, su marido), sembró‘, dijo María.