Linaje futbolero
Paula y Elina Ocaña tienen 17 años y nunca vieron jugar a su padre, Eduardo "Babi" Ocaña, que surgió en Unión a fines de los años ’70 y luego jugó en Atenas y otros equipos locales. Eran muy chicas y tampoco vieron jugar a su hermano Eduardo Miguel, quien tenía 20 años, cuando falleció en un accidente, el mismo día que logró el ascenso con Marquesado.
Jugaban al hockey sobre césped en Sportivo Picón y un día, la fuerza de la sangre las llevó a probar con el fútbol. Ariel Cabrera las vió en un partido en Pocito y las invitó a sumarse a su escuela, desde entonces, las "Melli" son pilares de cualquier equipo sanjuanino que dispute un torneo nacional.
Talento angaquero
Laura Aragón es la menor de cinco hermanos (los cuatro mayores, varones) y su infancia pasó entre muñecas y los partidos de fútbol. "Mi punto débil es la resistencia y mi virtud, no sé, la pegada", cuenta tímidamente quien no recibe ayuda de ningún órgano oficial y todas las semanas viaja desde Angaco hasta Pocito para entrenar con el equipo. Entre los "profes" la ayudan. Quien, por calidad y personalidad, es la manija del equipo, no se amilana, todos los martes y jueves sale a las 18, desde la Villa del Salvador para, luego de hacer combinaciones con otro colectivo, llegar al Bicentenario. El tema es el regreso, terminan de noche (21,30) y emprende el regreso arribando a su casa a las 23,30.
El padre de la novia
Ariel Cabrera es quien invierte muchas horas y días de su vida, visitando los departamentos, observando partidos de fútbol de niñas y quien intenta a diario aportarle elementos para que crezcan jugando al fútbol. Desde 1992 hasta 2007, todo fue a pulmón. Ese año ingresó a trabajar a la Municipalidad de Rawson y, con el apoyo comunal encontró un lugar fijo para enseñar los primeros palotes a las chiquilinas. Quienes quieran practicar pueden asistir a la Unión Vecinal del Barrio Capitán Lazo y sumarse a los entrenamientos en una canchita para siete jugadores, donde todas las chicas le ponen alas a sus sueños deportivos.
