Con la llegada de la energía eléctrica a estos puestos, que por años dependieron de un candil para iluminarse, se cumplen múltiples metas. El cotidiano acto de encender un foco facilita el acceso a los estudios de los niños y jóvenes que no pueden aprovechar las horas nocturnas para su instrucción. Permite, además, el contacto directo con el resto de la sociedad a través del acceso a la información por radio. Inclusive se aprovechan al máximo los recursos naturales con la generación de energía totalmente limpia y renovable. Los puestos caprinos de Jáchal e Iglesia se encuentran en zonas que están a unos 20, 30 y más kilómetros, muy lejanos de las rutas de acceso y es por ello que se hace difícil la llegada de conexiones de energía eléctrica y la conveniencia de hacerlo a través de energías alternativas. Son lugares aislados y de difícil llegada. José Luna, de 30 años y su madre Gregoria Díaz, en Agua de Cheba, dijeron que antes tenían que traer de Jáchal un celular cargado y lo que les duraba la batería era el tiempo en que se comunicaban con familiares. A los 4 o 5 días recién alguien viajaba y se llevaba a la ciudad de Jáchal el celular para cargar de nuevo. Unos 28 kilómetros parecían distancias mayores, por la incomunicación. Otro lugareño, Tomás Ubaldo Castro, de 56 años, nacido y criado en Loma del Medio, en Jáchal, dijo a este medio que no podía describir la alegría que tenía, “después de tantísimos años a la luz del candil, con gasoil o querosene, o a la luz del fuego y ahora tener el equipo solar. Esto nos cambia mucho la vida acá y el trabajo”, indicó. Benito Luna, un puestero del paraje El Arroyo, distante unos 30 kilómetros del centro de Jáchal, expresó emocionado que, desde sus abuelos, hace más de 90 años se ha vivido siempre bajo la luz del candil o la linterna, en condiciones muy duras. Destacó que “ahora podemos pensar en traer una radio, un televisor, ver las noticias, estar más informados, actualizados. No tenemos manera de agradecer a Barrick y a los técnicos que han llegado hasta el lugar por la alegría inmensa que dejaron”. Mientras que en el Puesto El Colorado, la señora Benita Luna mencionó que hace 12 años que viven allí con unos familiares y que están a unos 40 kilómetros de la civilización. Ellos definieron esta experiencia de energías alternativas con palabras tan simples como “tenemos una vida nueva”.
