La presidencia del Concejo Deliberante es un cargo tan apetecible que genera fuertes tironeos en las comunas. Hay dos ejemplos recientes.

En Jáchal, apenas asumieron en 2007, los concejales jachalleros estuvieron más de un mes sin sesionar por la disputa sobre quién presidiría: los oficialistas decían que les correspondía por usos y costumbres porque el presidente debe ser de la confianza del intendente, y los opositores decían que debía ser para ellos porque así controlarían mejor. Los oficialistas amenazaron con renunciar y en el Gobierno Provincial se habló de intervención, y así cedió la oposición. En Sarmiento, en julio pasado, los concejales desplazaron a la presidenta del Concejo, la basualdista Elida Domínguez, por “no sentirse representados” y por “autoritaria”.