Durante 36 años, don Samuel Lafone Quevedo explotó la mina de cobre Restauradora, y fue entre los años 1871 y 1874 que el geólogo alemán Alfredo Stelzner, contratado por la Academia de Ciencias de Córdoba, señaló por primera vez la existencia de rodocrosita en el distrito minero Capillitas, donde se ubicaba Restauradora.
Sus importantes trabajos fueron publicados en Alemánia entre los años 1876 y 1885 en la obra titulada “Beitrage zur Geologhie und Paleontologhie der Argentinische Republik”. Se presenta este carbonato acompañado a la galena y a la blenda asociado en pequeñas capas, especialmente en las minas Restauradora, Esperanza, Ortiz, Rosario, Carmelita y otras de las 39 que integran el distrito. Sin embargo, la aplicación como piedra decorativa data de muchos años después de la publicación de Alfredo Stelzner.
Fue otro alemán, Franz Mansfeld, quien en 1934 recibió unas muestras de rodocrosita y se interesó especialmente en esa piedra semipreciosa. Él mismo la bautizó como Rosa del Inca, ya que se cree que los incas la usaban con motivos ornamentales.
A fines de 1937 Mansfeld integró con varios socios una empresa para la explotación del mineral: la Compañía Minera de la Cordillera, y el 19 de febrero de 1938 pudo por fin empezar seriamente con la explotación de la rodocrosita en Catamarca.