"No nos queda otra, tenemos que taparnos. Nos ponemos trapos arriba de trapos", dice Gervasio Godoy mientras mueve sus manos coloradas. El vive con su esposa y sus 5 hijos en 2 habitaciones de caña y trozos de nailon, en Las Chacritas. Y el frío se cuela por el espacio que queda entre caña y caña. El hombre dice que trata de evitar prender fuego para calefaccionarse. Tiene miedo. Es que hace unos años, se incendió el rancho en el que vivía y las camas de sus hijos quedaron calcinadas. Ahora, la familia duerme sobre camas viejas, sin colchones, y lo único que les queda son los trapos. "Las últimas noches fueron terribles, el frío se sentía mucho. Me levantaba cada cinco minutos para tapar a mis hijos", cuenta el hombre. Por eso, 4 de los niños que están en edad escolar, disfrutan ir a la escuela como nadie. Así, por las mañanas, tienen la posibilidad de estar al resguardo en una construcción de verdad.