Alejandro Pozzi, Especialista en relaciones internacionales

Si se supusiera derrocado el régimen de Muamar Kadafi, habría que pensar en los pasos diseñados para una posible transición en la que el CNT (Consejo Nacional de Transición) llamaría a una asamblea para que se dicte una nueva constitución y en el plazo de un año, aproximadamente, se proceda a formar un gobierno a través de algún mecanismo de consulta popular.

Es de suponer que en los hechos reales el proceso no va a ser fácil. Libia no es una democracia occidental. Ni siquiera está constituida desde una estructura centralizada, como otros modernos estados árabes. Más bien, Libia es un país fragmentado y dividido en una multiplicidad de tribus, a las que Kadafi consiguió controlar a través de pactos con jefes tribales representantes de las distintas poblaciones. Esto está reflejado en la diversidad (no exenta de conflictos) que se dan en el bando rebelde y en el CNT, lo cual augura una enorme dificultad para organizar la transición.

Para ese proceso, los organismos internacionales y las potencias occidentales tendrán que prestar una colaboración crucial, ya que cumplieron un rol fundamental a través de la OTAN: violando el propio mandato de la resolución 1973 de la ONU, no se limitaron a proteger una zona de exclusión aérea, sino que produjeron más de 9.000 bombardeos estratégicos, que definieron el conflicto a favor de los rebeldes y diezmaron gran parte de la infraestructura física del país, además de producir más de 2.000 bajas en la población libia.

Esto se explica a través de una doble necesidad estratégica de EEUU y la principales potencias europeas. La primera es la necesidad de promover la instauración de un régimen controlado en Libia, ante la sorpresiva y creciente inestabilidad en el mundo árabe (con ciertas características anti-sistémicas).

Es decir, necesitan promover un anillo de control e influencia que incluya a Libia dentro de sus ya aliados de Arabia Saudita, Jordania y Qatar. La segunda necesidad es el aseguramiento para Francia, Italia, empresas británicas y norteamericanas del control energético (petróleo, gas y electricidad), excluyendo del acceso a este recurso libio a China y Rusia.