Ricardo Escrivá, Jorge Vargas y Rubén Barrionuevo llegaron al camping de Richet Zapata, en Santa Lucía, cerca de las 11. Esto, tras pasar por la casa de cada uno de ellos, cambiarse la ropa que habían usado para recibir el 2016 y buscar provisiones para pasar una jornada a pura diversión. Al igual que ellos, muchos grupos de amigos y familias llegaron en la mañana a las piletas, a pesar de que habían pasado la noche sin dormir o descansando muy poco tiempo. Sin embargo, en los campings, el cansancio no se notó y primó la diversión de la gente, que encontró dentro del agua un reparo para aguantar los más de 35ºC en el agobiante primer día del año en San Juan.
A pesar de que gran parte de la gente llegó pasado el mediodía, muchas familias acamparon desde temprano.
’Llegamos un poco después de las 10,30 para buscar la mejor ubicación dentro del camping, es que después se llena. Dormimos menos de 2 horas, pero no importó. Lo que buscamos es seguir con el festejo para que este año sea mejor que el que terminó’, dijo Franco Paz, quien llegó al Balneario Brisas del Plata con sus dos hijos, su esposa y una familia de amigos. Junto a ellos, un grupo de amigos de Concepción contó que tras los lentes de sol escondían el cansancio, pues no habían dormido nada. ’Nos juntamos como a las 3 de la madrugada y cada uno llegó con su mochila. Después seguimos con la fiesta para acá’, dijo Federico Cuevas, uno de los jóvenes.
En la pileta de Richet Zapata, la gente hizo fila para ingresar, mientras que los estacionamientos se llenaron rápido. En UVT y Banco Hispano, los socios empezaron a festejar en horas de la siesta y coparon cada espacio con sombra. Los quinchos, pérgolas y hasta las pequeñas sombras de los árboles sirvieron para que se armaran los campamentos. Con mesas, conservadoras y hasta algunos con colchones inflables por si el cansancio los abatía, disfrutaron del festejo sin parar. Jugaron a las cartas, juegos de mesa, o simplemente conversaron e hicieron balances del año 2015. En el Camping Parque Norte los distintos grupos llegaron bien organizados. Algunos se encargaron de comprar el hielo para las bebidas y otros de llevar las sobras del festejo de Año Nuevo para comer. Mientras que los niños, la mayoría con gorras y protector solar, llegaron a las piletas con sus salvavidas u otros inflables. Así, fue que el agua se convirtió en el refugio preferido de los más chicos que entre gritos, risas, chapuzones y juegos disfrutaron de un día soleado y en familia.

