Este fin de año habrá motivos de sobra para brindar en casa de los Castro. Es que la lucha contra el sobrepeso de Claudia, la mamá, y contra el problema renal de Martín, el hijo, tuvo final feliz. Claudia logró bajar 17 kilos, que eran un obstáculo para la cirugía, y pudo donarle un riñón a Martín, en un operativo que se realizó en Mendoza. Hace unos días lograron el alta médica y ambos ahora le sonríen a la vida de manera renovada, ya en San Juan y con la tranquilidad de que superaron los riesgos post quirúrgicos.

Claudia pesaba 100 kilos y cuando Martín tuvo un problema de salud a principios de año que agravó su cuadro renal (uno de sus riñones nunca se desarrolló y el otro funcionaba con una insuficiencia crónica), tuvieron que acelerar el proceso del trasplante. Pero los médicos suspendieron todo en marzo pasado por el sobrepeso de la mamá, debido al riesgo quirúrgico que implicaban ese centenar de kilos distribuidos en su 1,62 metro de estatura.

Entonces, Claudia comenzó su carrera para adelgazar, apurada por el avance de la enfermedad de su hijo.

‘Me costó muchísimo, porque al principio bajaba de a 200 gramos y sentía que no iba a poder lograrlo, con la ansiedad que me generaba el hecho de que Martín seguía empeorando. Pero nunca aflojé y después de varios meses logré adelgazar dos kilos más de los 15 que me pidieron los médicos’, contó Claudia (48).

La cirugía se hizo en el hospital Español de Mendoza y tardó unas cinco horas, entre la ablación y el trasplante. Al ser compatibles, el riesgo de rechazo disminuyó y la juventud de Martín fue otro factor clave en la evolución de su salud.

‘Me siento muy bien y aunque tengo que estar tres meses en reposo, empieza una nueva etapa en mi vida. Ya voy a poder hacer gimnasia, no voy a estar con el miedo de la diálisis y quiero volver al trabajo, al comedor de la UNSJ’, contó Martín (23).

Claudia es madre de seis hijos y junto a su esposo, además de la preocupación por el trasplante, le sumaron otra por los demás chicos que quedaron en San Juan. ‘No fue fácil todo eso, porque tuvimos que llevarlos a casas de familiares, mientras que los más grandes se quedaron solos. Fue un sacrificio que hizo toda la familia y que gracias a Dios fue recompensado’, cerró Claudia.