El episodio de ayer, aunque no sucedió adentro de la escuela, sí trae a la memoria la terrible escalada de violencia escolar que hubo en San Juan el año pasado. Apenas comenzado el ciclo lectivo, a fines de marzo, un chico de segundo grado sacó un revólver de su mochila. Si bien la alarma fue tanta que en el Ministerio de Educación se pusieron a trabajar en un instructivo para docentes sobre cómo actuar, nadie imaginaba aún lo que vendría: el 14 de abril, cuatro jóvenes entraron armados a una escuela y tomaron dos aulas de niños de 7 a 9 años. Eso generó protestas y piquetes. Pero la espiral seguía ascendiendo. Sólo 2 días después, un alumno de 13 años llegó a su escuela con un revólver en la cintura. La violencia escolar ganó entonces la arena política, y se convirtió en tema de discusión tanto en la Legislatura como en el Ejecutivo provincial. Pero, lejos de avizorar soluciones, una semana después empezó a circular un revólver calibre 22 entre tres alumnos de una escuela rawsina. En los 5 meses siguientes llegarían el caso de una docente que terminó con el auto destrozado supuestamente por sus alumnos en Trinidad, una maestra de Santa Lucía a la que le quemaron el pelo durante un acto escolar y un chico de 11 años que denunciaba que su directora lo había golpeado y rasguñado. Y mientras, resonaban los ecos de casos en el país donde los alumnos agredían a docentes, los filmaban con celulares y colgaban todo en Internet.