San Juan necesita un parque. Uno de verdad. Porque una de las características de los parques es que uno se pueda extraviar, que se pueda perder en el espejismo real de su verdor, que sea imposible circunvalarlo en una única caminata o recorrido. Una forma imprescindible de los parques es su inmensidad, su profundidad, su misterio. Hay otros nombres para espacios más pequeños: jardines, plazas, plazoletas, arboledas, vergeles, quintas. A esta altura del desarrollo del Gran San Juan con unos 600 mil habitantes desde Albardón a Pocito y desde Caucete a Marquesado viviendo en una superficie relativamente reducida con buenos caminos de conexión, un parque es una necesidad y su carencia, una vergüenza. No se puede denominar tal al Parque de Mayo, del cual cada tanto se opina, con buena fe, que podría ser extendido una cuadra más, dos cuadras más. Desde hacer subterránea la calle Libertador en ese tramo hasta bajar el Estadio Abierto son ideas que no agregarán demasiado a lo que no es más que una plaza grande cuyo tamaño es menor al de algunos clubes o al de algunos buenos campings de gremios o municipios.
Por otra parte, toda ciudad que se precie de tal tiene un gran parque, el San Martín de Mendoza para no ir más lejos, el de Palermo en Buenos Aires, la residencia del ‘Lobo‘ en La Plata y otro tanto en el de la Independencia en Rosario. En esos predios caben clubes, lugares libres, restaurantes, estadios de fútbol, hipódromos, lagos con actividades náuticas, en fin, lo que corresponde a un verdadero parque. Desde hace tiempo, un grupo de entusiastas desprovistos de organización e integrado desde orígenes varios, venimos insistiendo en que hay un lugar que, no sólo es ideal, sino que tiene extensión, ubicación, agua, todo lo requerido para que San Juan termine con esa orfandad. Es el terreno del pedemonte entre la Quebrada de Zonda y el Pinar, en Rivadavia, surcado por el agua del estero que baja hasta el río. Yendo al oeste, si detenemos el paso a la entrada del bosque del Pinar y giramos la vista a la izquierda, alcanzamos a ver los primeros árboles de la entrada al Autódromo. ¡Qué poco faltaría para unir los dos bosques! Son 460 hectáreas pertenecientes al Ejército hoy inútiles tomadas antes como campo de tiro o entrenamiento. No somos expertos en cuestiones militares pero da la sensación de que hoy el terreno está vacante de todo uso desde hace décadas y que el emplazamiento no reúne alguna condición especial que justifique el dominio castrense. Además la reciente finalización de las hermosa Ruta del Sol, verdadero motivo de orgullo por su rara belleza y las obras viales que acompañarán a los diques Punta Negra y Caracoles obligan a insistir con el análisis de lo que un ingeniero llamaría factibilidad. Veamos: La Ruta del Sol se inicia en Av. Libertador y Rastreador Calívar, llega a Marquesado y se dirige al norte hasta Av. Benavídez en proximidad del Partidor San Emiliano, para continuar aguas arriba bordeando El Pinar (con hermosos bosques, un importante balneario, la Estación Hidrobiológica, y el Parque Faunístico) hacia la Presa Quebrada de Ullum. Es del otro lado de la Ruta del Sol que se encuentra el desperdiciado ‘Campo Sarmiento‘, a los pies de la Sierra Chica de Zonda, que se extiende hasta la Av. Libertador entre el Jardín de los Poetas y Marquesado. Luego de empalmar el coronamiento del dique sigue su curso bordeando el lago y recorriendo instalaciones de clubes náuticos, hoteles y barrios de la ribera. Finalmente, y después de atravesar el Valle de Ullum, llega al emplazamiento de las Obras de Punta Negra próximas a concluir. Todo el recorrido es singularmente bello, con un desarrollo que se acentuará a partir de la próxima inauguración del tercer dique con su correspondiente tercer lago.
Del otro lado, el recorrido también puede hacerse desde Marquesado cruzando la Quebrada de Zonda, pasando por el Jardín de los Poetas, el Autódromo, el camping de Rivadavia y las antiguas y recientes quintas que observan las Sierras Azules. Este recorrido también es de exquisito atractivo. Lo descripto es, y será aún más en el futuro, el espacio geográfico más importante de San Juan. En efecto, tanto Ullum, como principalmente Zonda, son departamentos destinados a una actividad turística y recreativa, a lo que se agrega su uso creciente como zonas residenciales. Además, resulta claro que tanto la Quebrada de Zonda como el Embalse de Ullum, son espacios a los que concurren cada día más entusiastas, por su belleza y para cumplir actividades como acampes, escalamientos, trekking, mountainbike, pesca, navegación y otras. Nos parece evidente que es el momento oportuno para analizar el destino a dar al pedemonte Campo Sarmiento o valle situado al pie de la Sierra Chica de Zonda. Su aprovechamiento adecuado vendría a constituir un elemento integrador de las zonas descriptas. El mejor destino es el desarrollo de un gran parque que se transformaría en un sitio valiosísimo tanto para los sanjuaninos como para el turismo con suficiente lugar para la eventual convivencia de lo público con lo privado, countries, hoteles, amplios espacios abiertos a la aventura y hasta un anfiteatro para espectáculos. Son 460 hectáreas que adquirirán aún mayor relevancia cuando se concluya la ruta interlagos que unirá todos los diques sobre el río y que, en definitiva, reinstalará el nexo directo entre San Juan y Calingasta.