�Mario Aurelio Poli, el religioso de bajo perfil que sucedió al Papa al frente del Arzobispado de Buenos Aires, fue designado hoy cardenal por Francisco, junto a otros 18 religiosos.
Sus colaboradores más cercanos lo definen como una persona afable y sencilla, que vive abocada a su tarea pastoral, a estar cerca de los pobres y a trabajar con los jóvenes, pilares también del Pontificado de Francisco. 
Nacido en Buenos Aires en 1947, Poli se ordenó sacerdote en 1978, y se licenció también en Servicio Social por la Universidad de Buenos Aires. Los caminos del nuevo purpurado y el Papa se unieron por primera vez en 2002, cuando Poli se desempeñó como obispo auxiliar de la capital argentina y como vicario episcopal del barrio de Flores, en el que nació Jorge Bergoglio, hoy Francisco.
Desde que asumió como arzobispo de Buenos Aires, el pasado 20 de abril, mantiene una gestión de continuidad y comparte la visión pastoral de la Iglesia católica que tiene el Papa. Aún así, no se define como su amigo personal y tiene un perfil mucho menos político que Bergoglio. Durante sus cinco años como obispo de la ciudad bonaerense de Santa Rosa, Poli mantuvo escasos contactos con legisladores locales, quienes solo recuerdan un par de intervenciones, una para solicitar
que la Virgen de Luján volviera a figurar en el Concejo Deliberante del municipio y otra para instarles a oponerse a la Ley de Matrimonio Igualitario, que legalizó las uniones entre personas del mismo sexo en 2010.
Como obispo de Santa Rosa, Poli también censuró con dureza a un cura que felicitó por su cumpleaños al exdictador argentino Jorge Rafael Videla y cuestionó la existencia de 30.000 desaparecidos durante el último régimen militar (1976-1983), asegurando que había ocasionado un grave daño a la Iglesia. Poli, de 65 años, tiene actualmente a su cargo a 817 sacerdotes, 186 parroquias y 102 iglesias y capillas.