Pasó por todas las etapas, la de la revolución vitivinícola, las décadas doradas, las épocas de crisis, los terremotos. La Bodega Graffigna es parte ineludible de la historia de San Juan, atravesando en 143 años parte de los siglos XIX, XX y XXI. Elegida la Bodega del Año en 2009 en una distinguida competencia internacional, actualmente integra una empresa multinacional y es un hito vivo de la industria vitivinícola argentina.
Santiago Graffigna llegó desde Génova, Italia, apenas con 12 años, para ayudar su tío Juan, quien en 1870 había abierto una pequeña bodega en Desamparados. Tiempo después, incorporado a la empresa familiar, Santiago secundó a su tío y protector, y con una admirable visión de futuro, convirtió a la rudimentaria bodega en un gran establecimiento industrial, que giraba bajo la denominación de bodega Colón, que era a su vez la marca de sus vinos. La llegada del ferrocarril a la ciudad, en 1885, trajo por sus rieles el progreso y Santiago Graffigna lideró la expansión para llegar a nuevos consumidores. Las ventas de la bodega se multiplicaron por diez. A su vez, introdujo modernas máquinas y técnicas de elaboración y comenzó a producir vinos de mayor calidad.
Para 1920, la bodega tenía 8 cuerpos, cisternas y piletas por doquier, un reservorio subterráneo con capacidad para 5 mil hectolitros (comparado por entonces con un lago de vino) y en el sector de expedición estaba la famosa cuba de 200.000 litros, que había sido construida en Sette, Francia, y era la de mayor tamaño en América. Sus sistemas de vinificación hacían de la bodega una de las más innovadoras y modernas del país, al punto que su establecimiento de La Rinconada se convirtió en el primero en la Argentina en usar la gravedad para elaborar vinos.
En 1927, Graffigna inició en escala reducida el embotellamiento de los vinos en San Juan, convirtiéndose en una de las primeras bodegas en hacerlo en el país. Comenzó con equipos rudimentarios, semiautomáticos, pero con el tiempo fueron perfeccionando las técnicas y, pocos años después, la bodega contaba con un equipo fraccionador que rendía 3.000 botellas por hora, facilitando la comercialización y la distribución de los productos en todo el país.
El terremoto de 1944 afectó a dos de sus establecimientos, incluido el principal, pero rápidamente fueron reconstruidos, con fuerza renovada y más modernos aún. Cada vez más grande, fue en 1980 que la familia Graffigna decidió vender la bodega a la firma Allied Domecq; mientras que en 2005, Graffigna pasó a la cartera de la gigante Pernod Ricard, que había adquirido Allied Domecq. Un par de años antes, había sido creado el museo para homenajear a Santiago. Por su parte, en 2009, Graffigna fue nombrada Bodega del Año por The Critics Challenge International , en Estados Unidos, otro hito que no hizo más que ratificar el prestigio de esta bodega sanjuanina.

